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Fuente: IAR Noticias 05/03/08

 

¿Para qué EEUU ordenó asesinar a Raúl Reyes?  
Los que manejan información clasificada saben que el portavoz de las FARC contaba con una especie de "zona liberada" tácitamente respetada por Europa, incluso por EEUU, en su condición de negociador del canje de rehenes de las FARC por prisioneros de esa organización.

Pensar que Reyes fue asesinado para "parar las negociaciones" con los rehenes es un absurdo, ya que las mismas fueron montadas como un "show" de entretenimiento que beneficiaba a todos los participantes, y aunque Chávez estaba en el centro, Uribe, EEUU y Europa también sacaban su rédito de la "misión humanitaria".

Desde hace cuatro años, según consta en diversos informes, el gobierno colombiano y la inteligencia norteamericana, vienen desarrollando operaciones para vincular al "terrorismo latinoamericano" de las FARC y al "terrorismo islámico" de Al Qaeda en planes comunes para crear un proceso de violencia y de caos, tanto en EEUU como en América Latina.

La estrategia cobró un nuevo punto de inflexión a partir de la "marcha mundial" contra las FARC organizada por el gobierno de Uribe y usinas del espionaje norteamericano desde Internet.

La estrategia (según se desprende de los propios informes) busca instalar la "guerra contraterrorista" global en América Latina mezclando a las FARC y otras organizaciones armadas con planes del "terrorismo internacional" orientados a vulnerar la seguridad nacional de EEUU y a desestabilizar toda la región.

En diversas exposiciones ante el Comité de Inteligencia del Senado la CIA y el FBI han coincidido en que las "células clandestinas" de la red Al Qaeda, los "terroristas" de las FARC, y las ambiciones nucleares del régimen de Irán, son las principales amenazas que enfrentan los intereses de EEUU en el mundo.

En el trazado de este objetivo los servicios de inteligencia y el gobierno colombiano, a su vez, realizan constantes operaciones para complicar a las FARC con actividades del narcotráfico y de violencia política planeada para "desestabilizar a los gobiernos de la región".

Dentro de este escenario, la "misión permanente" del gobierno títere de Uribe, ha sido la de ensamblar el accionar "terrorismo de las FARC" con el narcotráfico y el "crimen organizado" y con los "gobiernos de izquierda", vinculando el "objetivo local" con el "objetivo internacional" del "terrorismo" de Al Qaeda.

Así como los preceptos doctrinarios de la "doctrina de seguridad nacional" en la década del setenta identificaron al "subversivo" como el principal enemigo de la "libertad" y el "orden", la nueva doctrina sitúa al "terrorista" como la fuente del "caos" y la "violencia" que amenazan por igual a toda la región.

Según la prédica constante de Uribe y sus servicios de inteligencia detrás del armado "terrorista" y "criminal" de las FARC se agazapan el negocio de las drogas, la prostitución, las mafias y las armas, pero, básicamente en sus entrañas acechan los viejos fantasmas del "caos" y de la "violencia", cuyo enganche con los conflictos sociales sintetiza el flamante objetivo neo-represor de la "guerra contraterrorista" con central operativa en el Comando Sur.

Pero a este marco siempre se agrega la presencia de los "gobiernos de izquierda" con Chávez a la cabeza vinculados al accionar "terrorista" de las FARC, tanto en carácter de "protectores" como de "financistas".

Cuando Venezuela compró armamento en Rusia, y Chávez reforzó su alianza militar y comercial con Teherán y Moscú, Washington lo acusó de estar fomentando una "carrera armamentista" con objetivos "desestabilizadores" en América Latina.

El Comando Sur y la CIA denunciaron "triangulación de armas" de Venezuela hacia países "conflictivos" como Bolivia y Perú con el propósito de crear "focos desestabilizadores" agregados a los conflictos sociales en la región.

A fines del año pasado, Chávez y Uribe mantuvieron una escalada de acusaciones y de enfrentamiento mediático que culminó con una amenaza de ruptura diplomática por parte de Venezuela.

El conflicto volvió a aumentar los decibeles cuando, en enero pasado, Chávez "sinceró" sus vínculos con las FARC pidiendo a EEUU y la Unión Europea que sacara a la guerrilla de su lista de "organizaciones terroristas".

Uribe, quien consiguió el respaldo de la UE en su reciente gira por Europa, mantiene las "relaciones congeladas" con Chávez, y con apoyo de Washington comenzó una ofensiva internacional contra las FARC, que por tiro de elevación toca a Chávez y a su proyecto de influencia regional.

Medios y analistas de Colombia y Venezuela ya señalaban en los últimos días que hay un "clima enrarecido" y una creciente militarización en la frontera de ambos países que acompaña al marco político de tensión entre Caracas y Bogotá.

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