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Fuente: IAR 07/04/08

 

Petróleo y alimentos: La antesala de un estallido mundial  

La ONU, el Banco Mundial, la mayoría de los expertos y últimamente el G-8, vienen advirtiendo sobre el peligro de estallidos sociales a escala global que podrían generarse por el impacto de los precios del petróleo sobre el costo de los alimentos en los países más pobres de Asia, África y América Latina. Pero, a pesar de las advertencias que realizan sus organizaciones y autoridades más prominentes, el sistema todavía no ha logrado conjugar una respuesta al peligroso cóctel petróleo-alimentos-conflictos sociales que ya se retroalimenta y expande por todo el planeta.

Según los expertos, sí las actuales "turbulencias" en los mercados bursátiles se juntan finalmente con la escalada de los precios del petróleo y de los alimentos, la baja del dólar, y un desenlace de los conflictos geopolíticos-militares latentes, este cóctel se puede convertir en dinamita social con una escalada de conflictos sociales y sindicales por todo el planeta

Los datos decisivos de esta caída generalizada de los mercados financieros y su efecto inmediato acechante: la estanflación mundial (combinación de recesión con inflación), continúan siendo -según coinciden la mayoría de los analistas- el derrumbe del dólar, la escalada de los precios del petróleo y su impacto desestabilizador sobre los precios de los alimentos a escala global.

La escalada de los precios del petróleo y su incidencia sobre el costo de los alimentos es visto por la mayoría de los especialistas como el desencadenante clave de un proceso recesivo a escala mundial, cuyo inmediato emergente pueden ser la desocupación masiva y reacciones sociales y sindicales con epicentro en los países periféricos.

Según la ONU, el Banco Mundial y el G-8, lo que ya se visualiza claramente (a nivel de acción-reacción) es el impacto de la escalada del costo del petróleo y de la energía en los precios de los alimentos a escala global.

Este domingo, los ministros de las ocho naciones industrializadas
(G-8) reunidos en Tokio, realizaron un llamamiento a emprender acciones urgentes que reduzcan los disparados precios de los alimentos que dañan y perjudican a las naciones en desarrollo y a las clases sociales más pobres y postergadas.

"El problema de la comida afectará directamente a la vida de los pobres. Hemos alcanzado una determinación común y es que necesitamos adoptar los pasos necesarios", dijo el ministro de Exteriores japonés, Masahiko Komura, que presidió la reunión, en una rueda de prensa conjunta de los ministros del G-8.

Este mes, el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, pidió una respuesta mundial coordinada para lidiar con el alza de los precios que está acentuando los desabastecimientos, el hambre y la malnutrición alrededor del planeta.

Según el funcionario, el aumento de precios en los alimentos está generando desabastecimiento, hambre y desnutrición en todo el mundo.

Debido a esta situación Zoellick cree que 33 países en el mundo afrontan la posibilidad de malestar social o político debido a los elevados precios de los alimentos y la energía.

"Necesitamos un nuevo acuerdo sobre la política alimentaria global. Este acuerdo no debería concentrarse solamente en el hambre y la desnutrición, en el acceso a los alimentos y en su oferta, sino también en las interconexiones con la energía, el cambio climático, la inversión, la marginación de las mujeres y otros", señaló Zoellick.

En marzo pasado, el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (PAM) formuló una "petición extraordinaria urgente" a las potencias desarrolladas para que donen 500 millones de dólares como mínimo en las cuatro próximas semanas con el objetivo de evitar el próximo racionamiento de la ayuda alimentaria que reciben 73 millones de pobres, ante la carestía de los productos básicos y materias primas cuyos costos se incrementaron

El Programa Mundial de Alimentos calcula que el rojo en sus fondos para poder continuar con la ayuda aumenta "día a día" y actualmente está entre 600 y 700 millones de dólares tras la subida de un 20% en el precio de los alimentos en las últimas tres semanas, la llegada del barril de petróleo hasta los 110 dólares y la consecuente carestía en los costos del transporte.

Además, las previsiones apuntan a que "las subidas no presentan signos de que vayan a moderarse a corto plazo", añade el comunicado.

En 2007 el precio global de los alimentos registró un aumento del 40%, y como su efecto más inmediato, se está incrementando el número de personas que pasan hambre en el mundo, advirtió la agencia de Naciones Unidas responsable de la ayuda alimentaria a los países pobres.

El informe de Naciones Unidas destacó que, entre las principales razones para ese incremento se encuentra el aumento del precio del petróleo y la suba del maíz a causa de la producción de biocombustibles.

Josette Sheeran, directora del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas, explicó que el aumento del precio de alimentos básicos como el trigo, el maíz o el arroz está afectando a países como México, Indonesia o Yemen, que hasta ahora no se encontraban en una situación de urgencia.

"El hambre tiene un rostro nuevo y está afectando a un amplio número de países", afirmó Sheeran.

En una entrevista con el Financial Times, la funcionaria de Naciones Unidas habló de la posibilidad de "limitar las raciones alimentarias o incluso el número de personas que reciben ayuda" si los donantes del programa no aportan más dinero.

Los analistas internacionales culpan, por la subida de los alimentos básicos, al fuerte incremento de la demanda en los países de economías emergentes, el aumento de la población mundial, la proliferación de inundaciones y sequías por el cambio climático y el mayor apetito de la industria de biocombustibles por los cereales.

Pero, entre los factores causales más decisivos, se encuentran el aumento del petróleo y la suba del maíz por la producción de biocombustibles.

La repercusión más inmediata de la suba récord de los precios del petróleo -según los expertos- es una escalada mundial (como ya está sucediendo) de los precios de los alimentos de consumo diario, esenciales para la supervivencia, debido a la alta incidencia de los combustibles en sus costos, principalmente en el sistema de producción y comercialización y el transporte.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los productos más consumidos del mundo, como pan, carne, azúcar, maíz y arroz se tornan cada vez más caros debido al desarrollo de energías alternativas basadas en cereales, ricino y caña de azúcar (biocombustibles).

Pero ese proceso de suba gradual puede incrementarse a niveles imprevisibles si continúa la suba sostenida de los precios del crudo que ya han superado su propio récord en los mercados internacionales.

El precio del petróleo, por su incidencia en la cadena de precios, afecta directamente a los alimentos de mayor demanda de consumo en el mundo, como pan arroz, papas, azúcar, carne, leche, huevos y manteca, esenciales en la cadena alimentaria de cualquier familia.

En ese sentido, aclara la FAO, la disparada récord del precio del petróleo no afecta sólo a los automovilistas y transportistas, sino que también empuja el alza del precio de los alimentos cuya fabricación y transporte depende fundamentalmente de los combustibles.

Es por eso que, como repercusión más inmediata de la suba récord de los precios del petróleo -según se verifica- ya se desató una escalada mundial de los precios de los alimentos de consumo diario, esenciales para la supervivencia, debido a la alta incidencia de los combustibles en sus costos, principalmente en el sistema de producción y comercialización y en el transporte.

La suba de los alimentos de consumo esencial, a su vez, actúa como principal disparador de la tasa de inflación y del consecuente proceso de recesión económica que conlleva lo que los expertos denominan estanflación.

El principal objetivo del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas es prestar ayuda a las regiones donde hay escasez de alimentos, pero ahora se ven obligados a ayudar en países donde el problema no es la escasez de alimentos sino su elevado precio.

La suba de los alimentos impacta en las capas más pobres y marginadas y ya está produciendo conflictos y estallidos sociales en países subdesarrollados de África, Asia y América Latina.

En países con inmensas capas empobrecidas, donde paradojalmente sus regímenes están cosechando ganancias súper millonarias con la escalada de los precios del crudo, se incrementan los bolsones del hambre a causa de la suba desmesurada del precio de los alimentos.

Los países exportadores de Asia, Africa y Medio Oriente (pese a cosechar multimillonarias ganancias con la suba de los precios del petróleo) se ven sometidos a dos efectos simultáneos: La baja de su poder adquisitivo internacional (producida por la baja del dólar) y un proceso inflacionario creciente (producido por el alza de alimentos) que amenaza cada vez sus economías dependientes de la importación.

Las víctimas de este proceso son las clases sociales más desposeídas (la mayoría de su población), lo que puede producir acorto plazo una combinación de recesión económica con estallidos sociales en esos países con gobiernos monárquicos y dictatoriales inundados de petrodólares.

La simetría de este proceso petróleo-dólar-inflación de los países petroleros del Golfo (firmes aliados de EEUU) ya comienza a extenderse al resto de los países que mantienen el dólar como moneda de reserva y transacción comercial de la importación o exportación de petróleo y alimentos.

Así, por primera vez en décadas, Egipto y los países petroleros del Golfo ha tenido que ampliar su sistema de racionamiento de alimentos, mientras que Pakistán ha reintroducido un sistema de cartillas de racionamiento que había abandonado a mediados de los años ochenta.

El diario británico Financial Times recuerda en un reciente artículo a raíz del informe emitido por Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, que el precio del maíz y el arroz en los mercados de materias primas de productos indispensables como el trigo se ha expandido notoriamente.

Precisamente el arroz, que es el principal alimento de 2.500 millones de personas en el sudeste asiático, ha escalado durante la pasada semana a su máximo de los últimos 34 años mientras países exportadores como Vietnam, Tailandia, India y Egipto han impuesto restricciones a los compradores extranjeros como Filipinas para asegurarse el suministro en los mercados nacionales.

Incluso, en Egipto, la ONU señala que las autoridades han dado órdenes al Ejército para controlar los suministros de alimentos con el objetivo de evitar revueltas sociales, y en Etiopía, ya aquejada por hambrunas hace 25 años, el Gobierno ha tenido que instalar centros de distribución de cereales

A principios de año el Fondo Monetario Internacional (FMI) señaló que detrás del incremento de precio de los alimentos están, además de los biocombustibles y el petróleo, las sequías que han asolado varias de las principales regiones productoras agrícolas en el mundo y la creciente demanda de carne y productos lácteos.

La subida de los precios de los alimentos en el mundo ya generó conflictos sociales a lo largo y a lo ancho del Tercer Mundo donde habitan la mayoría de los 3.000 millones de pobres que -según la estimación de la ONU- alberga ell planeta capitalista.

El encarecimiento del petróleo y de los carburantes y su impacto inmediato sobre los alimentos de consumo básico, el aumento de la población, algunas malas cosechas en Asia y en África, el cambio climático y las sequías en África y las inundaciones en Asia, entre otros factores, se retroalimentan en incuban focos de estallido social en gran escala que todavía nadie sabe como prever y controlar.

Ya en marzo de 2007 Fidel Castro, había alertado en un artículo, publicado en el diario cubano Granma, que si se aplicaba la producción masiva del biocombustible etanol a los países del Tercer Mundo, estos verían cuántas personas dejarían de consumir maíz entre las masas hambrientas del planeta. "O algo peor (...) no quedará un árbol para defender la humanidad del cambio climático"

Ahora, la alarma ya ha cundido hasta en los más altos estamentos del poder capitalista que observan como los procesos de rebelión pueden entrar nuevamente en ebullición a causa de la escasez y suba de los alimentos esenciales.

El presidente de la primer transnacional que concentra el rubro agroalimentario mundial, Nestlé, Peter Brabeck, advirtió que el creciente recurso de las materias primas alimentarias para la producción de biocombustibles pone en peligro el abastecimiento de alimentos para la población del mundo,

"Si se quiere cubrir el 20% de la necesidad creciente de productos petroleros con biocombustibles, como está previsto, no habrá nada que comer", señaló el presidente del gigante alimenticio suizo, Peter Brabeck, en una entrevista publicada por el semanario suizo NZZ am Sonntag.

Pero, a pesar de las advertencias que realizan sus organizaciones y autoridades más prominentes, el sistema todavía no ha logrado conjugar una respuesta al peligroso cóctel petróleo-alimentos-conflictos sociales que ya se retroalimenta por todo el planeta.

 

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