Envía esta noticia a un amigo  19/05/2010

 

La bandera que flameó en Malvinas en 1966, se quedará en Lezama  

El Bicentenario para Lezama, ciudad cabecera del recientemente creado partido Nº 135 de la Provincia de Buenos Aires, tiene una significación aun más movilizadora. Tras la escisión de Chascomús, se recibe en la Nochebuena de 2009 un presente único con el claro sentido que el mismo sea donado al Museo y Rincón Histórico de la ciudad.

El regalo traído por Susana Arrechea de Cao Saravia era la bandera que en 1966 flameara 36 horas en suelo malvinense tras la llamada “Operación Cóndor”. Precisamente, el 28 de Setiembre de ese año un grupo armado de 18 jóvenes, en su mayoría empleados metalúrgicos, desvía un vuelo regular de Aerolíneas Argentinas con destino a Río Gallegos hacia las Islas Malvinas. El momento para la operación no era fortuito, el gobierno de Onganía cumplía 3 meses de ejercicio ilegal y el esposo de la Reina de Inglaterra, Felipe de Edimburgo estaba en Buenos Aires en el marco de un campeonato de polo mientras los jóvenes comandados por Dardo Cabo desplegaban en el suelo malvinense la bandera que el próximo 25 de Mayo volverá a flamear tras casi 45 años de misterio sobre su destino. Precisamente, y para tal motivo, los organizadores del acto se contactaron con los sobrevivientes de la llamada Operación Cóndor para que sean ellos quienes vuelvan a izar el pabellón nacional en presencia de Susana Arrechea de Cao Saravia que donará en el mismo acto la bandera a la comunidad lezamense.

El largo derrotero de la bandera

Tras arduas negociaciones entre el gobierno argentino e inglés los dieciocho jóvenes entre 18 y 32 años fueron llevados al penal de Ushuaia y luego juzgados en Tierra del Fuego. Como éste había sido el primer secuestro aéreo y en el país no había jurisprudencia al respecto, las figuras con las que se los condenó fueron privación ilegítima de la libertad, portación de armas de guerra, asociación ilícita, piratería y robo en descampado. Tres años de prisión fue la condena a Cabo, Giovenco y Rodríguez y para el resto nueve meses. Pero las banderas, que en realidad eran siete, fueron consideradas un verdadero tesoro para muchos hasta tal punto que el Museo Histórico Nacional fue pensado como uno de sus destinos. Tras el cumplimiento de la condena las banderas son devueltas a Cabo y aquella que flameó en suelo malvinense es regalada por éste al empresario metalúrgico César Cao Saravia en agradecimiento al apoyo económico recibido para la realización de la Operación. Por casi 40 años la bandera queda en manos de la familia hasta que su viuda, Susana Arrechea, lezamense de origen, considera que la ocasión de la reciente autonomía es un motivo indiscutible para ser depositario de este emblema patrio que, hoy más que nunca, simboliza la lucha por la reivindicación histórica de los derechos soberanos sobre las Islas Malvinas.

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