23/04/08

 

La recuperación definitiva no vendrá con "diplomacia light"  

Por Emilio Marín. El país tuvo muchas declaraciones a favor de sus reclamos. Pero con eso no alcanza. Incluso en la diplomacia el kirchnerismo no juega fuerte porque tendría que haber pedido a la ONU que reponga la cuestión Malvinas en la agenda de la Asamblea General...

Fragmento de nota escrita por Emilio Marín tras el discurso de la presidente Cristina Kirchner, el 2 de abril.

La presidente señaló bien que éstas no volverán con los regalos a los isleños. Claro que tampoco con una diplomacia lavada.

Puede ser que esta conmemoración se haya visto opacada por la polémica derivada del lock out de las patronales agropecuarias, que hasta ayer tuvieron al país de rehén.

Pero más allá de esa circunstancia desgraciada, el brillo de los aniversarios por Malvinas se perdió tras un manto de neblina hace años, casi desde el mismo 14 de junio de 1982. Ya lo dijo Napoleón: 'la victoria tiene muchos padres pero la derrota es huérfana'. Cuando el desembarco en las islas, todos festejaban; cuando el general Jeremy Moore logró la firma del acta de capitulación de su colega Mario B. Menéndez, nadie se hacía cargo.

Desde ese momento la dirigencia de la Multipartidaria, y especialmente el ex presidente Arturo Frondizi y el futuro presidente Raúl Alfonsín, instalaron en la opinión pública que el 2 de abril había sido una 'locura', una 'aventura', etc. Y todavía hoy los editorialistas de diarios, retomando esa interpretación derrotista, caracterizan el desembarco como 'conflicto suicida'.

Este cronista se siente más cercano a la idea de que poner el pie en la perla austral, luego de 149 años de usurpación de la 'vieja raposa', al decir del poeta español León Felipe, era una gesta. Y lo es, al margen de la calaña de dictadores que decidieron la 'Operación Rosario'.

El discurso de la presidenta en el acto de ayer, aportó un granito de arena a esa apreciación, al decir que en aquel momento 'millones de argentinos que supieron diferenciar la gesta histórica de la violación a la democracia'.

Este 3 de enero se cumplieron 175 años desde que los ingleses tomaron posesión por la fuerza de las Malvinas, que nunca desocuparon hasta el conflicto de 1982. Huelga decir que su control se hizo más férreo, con la modernización del aeropuerto de Mont Pleasant y más unidades militares estacionadas allí. El viejo imperio sigue ocupando una parte de nuestro territorio. Esto tan sencillo y brutal justifica todos los 2 de abril que sean necesarios hasta que la Union Jack sea arriada.

El debate entre los propios argentinos sobre si aquello fue una 'locura' que afortunadamente terminó en derrota, o si fue una 'gesta' que merece un análisis para que la derrota sea vengada, ya justifica los homenajes del cada año. Sobre todo por los 649 argentinos que murieron allí, pero no sólo por ellos. Si esta es una causa nacional, nos debe interesar a todos, aunque el patriotismo no es uno de los productos que cotiza más alto en el mercado en que algunos sojeros quieren convertir al país.

Los desmalvinizadores

Algunos historiadores sostienen que la desmalvinización comenzó con Alfonsín y su canciller Dante Caputo. Sin perjuicio que durante esa administración hubo gestos en esa dirección, como intentos de reanudar relaciones con Londres a toda costa y el permiso para reaprovisionamiento de la flota norteamericana en la Patagonia, en verdad la política de claudicaciones comenzó con la propia dictadura.

Todavía había combates cuando el general Menéndez, el que se había distinguido por su supuesta valentía para enfrentar en proporción 100 a 1 a la guerrilla tucumana del ERP, ya había tirado la toalla. La comisión Rattenbach, que publicó su informe en 1983, sostuvo que ese gobernador interino en las islas 'no exhibió ni evidenció las aptitudes de mando y arrojo indispensables en la emergencia'. En criollo, fue para atrás. Se fortificó en la capital isleña sin plantear un combate serio en San Carlos y otros lugares donde los británicos armaron su cabeza de playa.

El dictador Reynaldo Bignone fue otro desmalvinizador que junto a muchos oficiales de las tres armas había estado más cerca de las posturas del 'mediador' norteamericano Alexander Haig que de dotarse de una estrategia de lucha en el Atlántico Sur. Bignone también se distinguía en combates desiguales contra soldados desaparecidos en Campo de Mayo durante su jefatura de Institutos Militares. O peor aún, contra bebés hijos de desaparecidos, por lo cual fue encartado en la causa por robos de bebés abierta en 1996 por las Abuelas de Plaza de Mayo.

El desmalvinizador con mayúsculas, fue Carlos Menem. Su canciller Domingo Cavallo, que antes de ir a Economía estuvo en el Palacio San Martín, concertó la reanudación de relaciones con Londres pese a la ocupación de las Malvinas. Colocó la cuestión de la soberanía 'bajo un paragüas', o sea bajo tierra.

El otro ministro de Relaciones Exteriores del menemismo fue Guido Di Tella, quien denominó al vínculo con Washington como 'relaciones carnales'. Y quien se acuesta con el imperio también lo hace con Inglaterra, socios principales de la OTAN más allá de que en el primero gobiernen demócratas o republicanos y que en la segunda lo hagan los conservadores o los laboristas. Anthony Blair, laborista, dijo el año pasado, cuando aún no había dejado en manos de Gordon Brown la jefatura de gobierno, que él hubiera actuado igual que la conservadora Margaret Thatcher. Obvio, la reina Isabel II, multimillonaria entre los monarcas europeos, también hubiera hecho lo mismo.

Di Tella buscó que los kelpers cambiaran de opinión mediante una 'estrategia de seducción'. Entre otras cosas obsequió osos Winnie Pooh a los isleños, con tarjetas donde pedía que consideraran la opción de abrir una negociación con el país. Su jefe político Menem pronosticó que antes de 2000 las islas se iban a recuperar por la vía diplomática, obsequiando buenos negocios a las trasnacionales. Error. Su Majestad siguió reinando en el susodicho Port Stanley.

Diplomacia desnuda

La presidenta, en su discurso de ayer, puso en la picota esa estrategia menemista, al afirmar que 'entre la decisión de la guerra y creer que sólo con osos Winnie Pooh podíamos recuperar las islas debe estar la decisión de recuperar fortaleza económica y el respeto a los derechos humanos'.

La diplomacia de los '90 mostró su completa impotencia para recuperar siquiera un terrón malvinense. Pero hay que analizar si la motorizada por el kirchnerismo en estos casi cinco años sirvió para avanzar aunque sea algunos metros en los más de 600 Km que separan a Comodoro Rivadavia de las islas.

Los resultados objetivos indican que no hubo progresos. El Foreing Office no se dignó abrir ninguna negociación con la cancillería sobre la cuestión vital de la soberanía. Los kelpers siguen mandando como dueños sobre las licencias de pesca y de búsqueda de petróleo en áreas adyacentes a Malvinas. En octubre del año pasado la BHP Billiton adquirió áreas a Falklands Oil Company para explorar crudo. Los kelpers, con el apoyo londinense, siguieron con la política de hechos consumados. De negociar la soberanía, ni hablar…

Peor aún, también en octubre pasado, el Foreing Office confirmó que presentará ante las Naciones Unidas una solicitud para extender su soberanía marítima a partir de la plataforma continental de las Malvinas y las Georgias. Busca un punto de apoyo para pedir el 'control soberano' sobre un millón de kilómetros cuadrados del sector antártico argentino.

Sordo a todos los reclamos de Buenos Aires, en Londres incluyeron las islas como propias en el Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea. Las pusieron como parte de la 'Asociación de los Países y Territorios de Ultramar' del Tratado de Lisboa.

Y todo eso, aunque la cancillería argentina proteste, son hechos que se van sumando y haciendo más lejano el día del regreso de las 'hermanitas perdidas', como llamó Atahualpa Yupanqui al par de islas.

El país tuvo muchas declaraciones a favor de sus reclamos. La última Cumbre del Grupo de Río tuvo un pronunciamiento en este aspecto, al igual que la reunión del Mercosur en Montevideo y la Cumbre Iberoamericana en Chile en 2007.

Pero con eso no alcanza. Incluso en la diplomacia el kirchnerismo no juega fuerte porque tendría que haber pedido a la ONU que reponga la cuestión Malvinas en la agenda de la Asamblea General, como hace Cuba con el bloqueo de EEUU No la hubiera limitado al comité de descolonización, de menor importancia.

Haber votado en la Legislatura de Santa Cruz la concesión por cuarenta años de Cerro Dragón a la Pan American Energy, días atrás, implicó otra gruesa contradicción. Se despotrica en discursos contra Londres pero se premia con el petróleo argentino a PAE, controlada 60 por ciento por British Petroleum-Amoco.

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