Fuente: La Gaceta
22/05/08

 

“La Patria se llevó a mi único hijo”  

La fuerza naval rindió tributo a ex combatientes de la Guerra de Malvinas en el Liceo Aráoz de La Madrid. El muchacho tenía sólo 16 años cuando murió. No era conscripto ni soldado sino estudiante de la ESMA. Emotivos recuerdos.

Angel Ricardo Juárez no era conscripto ni soldado de carrera cuando fue a pelear a las Malvinas. Era un chico de 16 años que estudiaba en la Escuela de Mecánica de la Armada. “Tenía 15 años cuando se fue a Buenos Aires con el sueño de ser alguien en la vida, porque nosotros éramos muy pobres. Desde chiquito quiso ser militar. La Patria se llevó a mi único hijo varón”, dijo con la voz quebrada Berta Valdez, pensando en ese adolescente cuya vida segó la guerra.
Valdez y otras dos madres de caídos en batalla, Martina Teresa Miñau de Galván y Emilia Eleuteria Castillo de Quipildor, recibieron banderas y medallas recordatorias durante el homenaje a los ex combatientes de Malvinas que se realizó ayer en el Liceo Gregorio Aráoz de La Madrid. Durante la ceremonia, además, se conmemoró el Día de la Armada que se había cumplido el 17 pasado. En la ocasión, 220 ex conscriptos recibieron distinciones por su participación en el conflicto bélico.

Lágrimas y aplausos

Con la cabeza en alto y las mejillas mojadas por las lágrimas, las madres escucharon con orgullo los honores que se rendían a la memoria de sus hijos. “Soy mamá del cabo 1º Oscar Alberto Quipildor, que tenía 27 años cuando pereció en el hundimiento del Ara Belgrano. Era soltero y vivía en Tafí Viejo. A los 18 años, después de egresar del Instituto Agrotécnico siguió la carrera de marino. Era su sueño. En Tafí Viejo le hicieron un monolito”, expresó Emilia abrazando la bandera que acababa de recibir.

Martina de Galván y su esposo, Juan Bautista Galván, exhibían en sus solapas varias medallas. “Hace tiempo que esperábamos el reconocimieno de la Armada y del Gobierno. Nos extraña la ausencia del gobernador. Mi hijo no murió por ser borracho, sino por la patria”, dijo con los ojos húmedos. “Nadie conoce el dolor de una madre. ¿Sabe las veces que me desmayé en la calle después de seguir a algún muchacho que yo creía que era mi hijo? Nunca perdí las esperanzas de encontrarlo con vida”, dijo la madre del cabo 2º Juan Rolando Galván, que murió de 22 años en el Crucero Belgrano y cuyo cuerpo nunca apareció.

“El 26 de abril recibí la última carta de mi hijo. Me decía que no sabía adónde lo llevaban y que le pidiera a Dios para que él se salvara, porque había escuchado que había lío con los ingleses”, contó Emilia.

“Yo estuve enojada con Dios, porque yo cumplí con mi hijo en rogar que no se lo llevara, pero El decidió otra cosa”, confesó Berta. “Angel sólo quería estudiar, pero no pudo. El 16 de abril partió de Puerto Belgrano. Eso era lo único que yo sabía. Después, escuchando la radio en nuestro pueblo, en La Favorina, me enteré de que al buquedonde supuestamente viajaba lo habían destruido. En esa época, todos los días caminaba cuatro kilómetros para llegar a la ruta a tomar el colectivo a la ciudad, para ir a la Delegación Naval a averiguar qué sabían de él. El 13 de mayo me dieron una carta en la que decía que se presumía su fallecimiento. Lamento no tener un lugar donde poner una flor”, agregó, casi llorando.

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