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26/01/2009

 

Veteranos de Guerra de Entre Ríos por la hermandad uruguayo-argentina  

Por el conflicto por las pasteras. Basta de guerra entre gauchos. Interesante documento para la unión de dos pueblos hermanos. Evidencian además que la Asamblea de Gualeguaychú es financiada por organizaciones británicas...

Documento por la Hermandad uruguayo-argentina
Ambas riberas del río Uruguay albergan fracciones de un mismo pueblo. Nuestros destinos son comunes e inseparables. Los argentinos somos "uruguayos occidentales" y los uruguayos, "argentinos orientales".

La división, producto de una intriga británica que no consultó el interés de los pueblos involucrados, solo ha favorecido a las minorías más antipopulares de cada uno de los dos países.

A partir de ese momento, cada vez que nuestros políticos y militares intervinieron en los acontecimientos del viejo hermano desgarrado, fue por alguna desgracia común.

¿Quién busca desatar tristes, ridículos y lamentables chauvinismos entre hermanos? ¿Quién pretende enfrentarnos? ¿Qué intereses subyacen en este enfrentamiento absurdo?

Cada enfrentamiento entre argentinos y uruguayos terminó mal para ambos. Siempre tuvieron, y no por casualidad, un vago aspecto de guerra civil. Y de esas disensiones siempre sacó ganancia un tercero, generalmente anglosajón.

Argentinos fueron los bastimentos y la logística de Venancio Flores, quien derrocó al gobierno legítimo para preparar el terreno a ese holocausto suramericano que fue la guerra del Paraguay. Uruguayos fueron muchos jefes de las misiones con que el puerto de Buenos Aires domeñó, con crueldad infinita, la oposición de los pueblos del Interior a la dictadura del puerto único.

Hubo y hay también una solidaridad entre los pueblos, en cambio, que hacen de todo uruguayo un igual en Argentina y de todo argentino un igual en Uruguay.

Combatimos juntos por la independencia de los españoles, los portugueses, los franceses y los ingleses desde el siglo XVIII.

Sufrimos juntos las intromisiones permanentes de los países que pretendían y pretenden quedarse con nuestras riquezas.

Juntos vibramos cuando no hace mucho, la Argentina se enfrentó a Gran Bretaña y a EE.UU. en la guerra por Malvinas.

Resistimos juntos a las dictaduras más sangrientas, cuando las fuerzas armadas decidieron enfrentarse con el pueblo en complicidad con el extranjero.

En este momento, esta solidaridad está a prueba. En torno a un conflicto de orden ecológico se han elevado llamas de discordia demasiado potentes como para quedarnos callados. Se ha llegado a tener movimientos de tropas sobre el río común.

El conflicto por las pasteras

La decisión unilateral de la República Oriental del Uruguay de instalar plantas de producción de celulosa en el Río Uruguay generó una controversia entre los países firmantes del Estatuto del Río Uruguay.

Hasta principios de 2006, Argentina y Uruguay venían gestionando su solución a través del diálogo en el Grupo Técnico de Alto Nivel Argentino Uruguayo, mientras un reducido grupo de militantes ecologistas convocaba, sin gran repercusión, a los vecinos de la localidad entrerriana de Gualeguaychú para constituir una Asamblea que se hiciera escuchar, denunciando los posibles daños ambientales que acarrearía la instalación de las pasteras en la margen oriental del Río Uruguay.

Pero a partir de ese fatídico verano, el conflicto pegó una escalada inusitada, cuya conclusión no se avizora. Cortes de ruta, acusaciones mutuas entre los Gobiernos, amenazas por parte de Uruguay de abandonar el MERCOSUR, afiches firmados por el partido justicialista porteño acusando a Uruguay de “traidor”, intervención de la Prefectura uruguaya para detener a manifestantes, presentación judicial argentina ante la Corte Penal Internacional de La Haya, escándalos diplomáticos y políticos en el primer nivel de Gobierno o en las Cumbres Suramericanas, pequeños conatos de violencia amenazando su expansión, expresiones chauvinistas en ambos países, amenazas de movimientos de tropas en zonas fronterizas, cientos de horas de televización en directo de los cortes, actos de proselitismo gubernamental del lado argentino, ríos de tinta invadiendo la prensa gráfica o los espacios digitales, etc., etc., etc.

¿Por qué se llegó a este punto?

A nuestro entender, el conflicto podría haberse resuelto en el marco bilateral o, en su defecto, a través del MERCOSUR. Jamás debería haber escalado de esta manera. Y las razones de esta escalada no se explican por el diferendo en sí mismo, o la impericia (que la hubo, y la sigue habiendo), de ambos gobiernos.

La discusión entre Argentina y Uruguay se salió de los carriles en febrero de 2006. Súbitamente, la “Asamblea de Gualeguaychú” (que hasta ese momento agrupaba a un pequeño grupo de vecinos), convocó a cortes de ruta entre el paso fronterizo Gualeguaychú / Fray Bentos y endureció sus reclamos, mientras las cámaras de los principales canales de televisión de Buenos Aires se instalaban haciendo guardias las 24 hs., y los periódicos de más amplia distribución en el país dedicaban sus portadas y casi un tercio de sus páginas, potenciando el conflicto.

El Gobierno argentino, lejos de contrarrestar estas provocaciones, elevó la apuesta, sumándose a la desmesura, a los insultos y a las provocaciones, que fueron recíprocamente respondidas por el Gobierno uruguayo.

Al momento de suscribirse el Tratado de Límites del Río Uruguay (1961) y el Estatuto del Río Uruguay (1975), no existían ni el MERCOSUR ni la UNASUR, por lo que ambos países aceptaron como tribunal para la solución de controversias a la Corte Internacional de Justicia de la Haya. En una estrategia a todas luces errónea, el Gobierno argentino hizo uso de la facultad de presentar el diferendo ante La Haya, desoyendo la sugerencia uruguaya de buscar una solución dentro del MERCOSUR. La Argentina contrató para su asesoramiento jurídico a un estudio norteamericano, mientras que el Uruguay contrató a un estudio inglés (¡ingleses y norteamericanos representando a dos países hermanos enfrentados!).

La Corte Internacional de Justicia de La Haya tuvo dos pronunciamientos, rechazando sendas presentaciones de las partes: la de Argentina, para que se suspendan las obras de construcción de la empresa Botnia, hasta que se de dictamen definitivo, y la de Uruguay, para que se obligue al Gobierno argentino a garantizar la libre circulación en las rutas fronterizas.

La mayoría de los juristas especializados en Derecho Internacional Público, presumen que el dictamen de la Corte Internacional de Justicia de La Haya (si la obcecación de ambos gobiernos no se revierte), será desfavorable para la República Argentina. No existe casi ninguna posibilidad que ante el efectivo funcionamiento de la empresa Botnia, y las mediciones técnicas ambientales realizadas desde su inicio, el tribunal internacional dictamine la relocalización de la fábrica de pasta de celulosa.

Quizás esto explique, más que el daño al comercio local o el intercambio binacional, la nueva posición del Gobierno argentino y de la Gobernación entrerriana, que pasaron del apoyo explícito con actos multitudinarios o de hacer la vista gorda ante los cortes, hasta la reciente amenaza de utilizar a la Gendarmería o la Policía Federal y Provincial para liberar las rutas.

Como sea, no existió oportunidad hasta ahora, de escuchar otra versión del conflicto. Solo se hicieron escuchar las voces de confrontación y de odio.

Pero antes de abordar el tema crucial sobre qué hacer para resolver el conflicto, creemos necesario develar quiénes fueron los actores que ejercieron la provocación que llevó a este estado de cosas.

El CEDHA y la Asamblea Ciudadana de Gualeguaychú

La Fundación Centro de Estudios de Derechos Humanos y Ambientales (CEDHA), es una entidad no gubernamental con sede en la ciudad de Córdoba, que suministró asesoramiento técnico, jurídico, ideológico y dinero para la constitución de la Asamblea de Gualeguaychú. Para ser justos, deberíamos decir que son los auténticos creadores de la Asamblea.

Cumpliendo con las normas de “transparencia” internacional de este tipo de ONG. (Algún malediciente podría redefinirlo como cinismo e impunidad), el CEDHA publica en su sitio Web (w.w.w.cedha.org.ar), sus autoridades, objetivos, financiamiento, etc.

Desde el año de su nacimiento, 1999, el CEDHA informa que la fuente de su financiamiento fueron dos instituciones: el Center for International Environmental Law y la Organization of American States. Podría presumirse que ambas entidades fueron las promotoras y madrinas originales de la iniciativa. Ambas, ligadas al complejo entramado de organizaciones financieras, académicas, militares, políticas y de inteligencia estratégica que conforman el poder hegemónico a escala mundial.

Durante el 2001 y 2002, el CEDHA incrementa el número de organismos que aportan a su instalación en el escenario argentino, todos con características similares a los mencionados al principio, incluso algunos integrantes de la Commonwealth (Comunidad Británica de Naciones). Hasta allí, se manejaban con entidades “discretas”, por su bajo perfil y visibilidad en nuestro país.

Pero desde el 2003 hasta 2008, los datos publicados comienzan a ser reveladores, indubitables ¿quiénes aparecen financiando al CEDHA desde esas fechas?

Según su propia página web, habla que más del 10 %, es decir, hasta un 90 % de su financiamiento procede de la Ford Foundation (67 % en 2004, 34 % en 2005, 33 % en 2006), la Embajada Británica en Buenos Aires, (desde un 6 % en 2004, 10 % en 2005, hasta un 18 % en 2006), la Fundación Richard y Rhoda Goldman (¿serán los “filantrópicos” dueños de la banca y consultora Goldman Sachs & Co., partícipes del actual desastre financiero mundial?), y CS MOTT Foundation, entre otras entidades preocupadas por la salud, los derechos humanos y el medio ambiente de poblaciones como la entrerriana, en general, y la gualeguaychuense, en particular.

La posición de los EE.UU. frente a la problemática ambiental es bien conocida. Es el primer responsable del “efecto invernadero” y destructor del ambiente planetario, seguido del resto de las potencias occidentales. Sin embargo, se niega a la firma de los principales acuerdos de control de emisión de gases. Pero eso sí, opera a través de una pléyade de organizaciones pseudo ecologistas para imponer la desindustrialización de los países del Sur del mundo, entre otras cosas para mantener las reservas de recursos naturales para su explotación monopólica futura por parte de las multinacionales.

¿Y quienes son los directivos del CEDHA, que han recibido los generosos aportes de instituciones tan desinteresadas? Son el matrimonio conformado por la hasta hace poco Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, Romina Picolotti (la María Julia “progre”), y su esposo Jorge Taillant (sí, el mismo cuyo hermano tuviera un contrato de locación de servicios exorbitante durante el desempeño de su cuñada).

La prensa se ocupó hace algunos meses de detallar pormenorizadamente las contrataciones irregulares, los gastos suntuosos e innecesarios, y hasta las veleidades de Romina Picolotti y su grupito de tecnócratas y pillos recubiertos de ideología ambientalista.

Por suerte, la Sra. Presidenta de la Nación tomó la decisión recientemente (sin que quedara claro por qué), de echarlos del lugar donde nunca debieron haber estado.

Pero lo que nadie se ocupó de aclarar, hasta el momento, fueron las responsabilidades del CEDHA y la pandilla “verde”, en la autoría intelectual y sustentación material de la provocación de la crisis contra el Uruguay.

Fue el CEDHA quien impulsó la creación de la Asamblea Gualeguaychú, quien financió los primeros cortes de ruta, quien les suministró la información y la ideología, quien seleccionó a sus “representantes” locales, quien aterrorizó a su población con teorías tremendistas y mentirosas con fábulas de futuros chicos deformes, peces muertos, turismo perdido, cáncer generalizado, aguas podridas, aires nauseabundos, desastres ecológicos irreversibles…!hasta se habló de “degradación visual” del medio ambiente!

¿Cuál fue la respuesta del Gobierno del ex Presidente Néstor Kirchner ante esas operaciones de provocación que el CEDHA instrumentó en Gualeguaychú a órdenes de la Fundación Ford, la Embajada británica en Buenos Aires y demás herramientas de dominio imperial?

¿Convocó quizás a científicos argentinos, suramericanos o de cualquier origen a que estudiaran seriamente el problema? No. ¿Recurrió a Universidades públicas o privadas o a otras organizaciones ambientalistas a contribuir con la evaluación científica y técnica que la cuestión merecía? Tampoco. ¿Investigó los objetivos, los vínculos, el financiamiento de la Asamblea de Gualeguaychú y de sus mentores intelectuales, el CEDHA, y atinó a convocar a otras organizaciones (por ejemplo, la de los Combatientes en Malvinas), para contrabalancear su poder corrosivo? Menos que menos.

Lo que hizo el Gobierno encabezado por el Dr. Néstor Kirchner fue convocar a la Jefa de las operaciones del terrorismo medioambiental cipayo, para ponerla al frente de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación. Desde allí, no solo se dedicaron a saquear las arcas públicas, sino que llevaron al conjunto del Estado Nacional a cometer el desatino de presentar la denuncia contra la República Oriental del Uruguay en sede judicial internacional, agravando el conflicto al extremo, provocando heridas de difícil sutura, y arrojándonos a la humillación de un fracaso jurídico y político, tan previsible como estúpido, lo que generará un escenario de enconos aprovechables, tanto por los patrioteros de campanario, como por los agentes del Imperio (en definitiva, concurrentes).

Las razones de esta “guerra entre gauchos”, se debe a una provocación estimulada por el poder discreto de los EE.UU. y Gran Bretaña, como maniobra tendiente a quebrar la unidad del MERCOSUR, para romper definitivamente el proceso de Unidad Suramericana.

En efecto, a fines de 2005, se reunieron en la Ciudad de Mar del Plata los presidentes de los países de toda Suramérica. La disyuntiva planteada, era la consolidación del MERCOSUR y de la UNASUR, o la conformación del ALCA. La primera alternativa fue liderada por Brasil, Argentina y Venezuela (éste último país en forma más ruidosa que sus pares), mientras que la segunda fue impulsada por los EE.UU. y la adhesión de Colombia y Perú. Especial repercusión tuvieron las declaraciones del ex presidente de los Estados Unidos de México, Vicente Fox, que aunque país extra suramericano, se permitió opinar desde su identidad latinoamericana, por supuesto que avalando la posición de George Bush (h).

La Cumbre terminó apoyando la necesidad de consolidar al MERCOSUR y a la Unidad Suramericana, para luego discutir en bloque la posibilidad de integrarse a un espacio económico continental. La diplomacia norteamericana tuvo expresiones públicas de profundo desagrado frente a este resultado.

Entonces se decidieron a potenciar los conflictos ya existentes, como en el caso del Río Uruguay, primero, y el de la incursión de la Fuerza Aérea Colombiana (algunos afirman que también participaron aviones y personal norteamericanos), en territorio de la República de Ecuador, después.

La importancia del vínculo entre Argentina y Uruguay

El pensador uruguayo (o como a él le gusta definirse, “argentino oriental”), Alberto Methol Ferré, definió hace más de 40 años la importancia estratégica del Uruguay como bisagra entre la Argentina y Brasil.

Según Methol, la única alternativa para que exista la Unidad Suramericana, es la asociación entre Brasil y Argentina, a semejanza del rol central que ocupó la asociación entre Francia y Alemania en la construcción de la Unión Europea.

Pero para que esta Unidad Suramericana sea posible, la Argentina debe retomar su función histórica de liderazgo entre los países hispanoparlantes de Suramérica, ya que en conjunto forman la otra mitad del subcontinente. Pues si éstos no marchan unidos a discutir con Brasil, se convertirán en súcubos de la burguesía paulista, y en vez de Unión Suramericana habrá semicolonias brasileñas, y Brasil ejercerá una especie de Virreynato a las órdenes del poder hegemónico norteamericano.

Por ello, la relación de la Argentina con el Uruguay y el Paraguay es central, pues son los dos miembros plenos del MERCOSUR, y éste, el cogollo de la Unidad Suramericana.

Ese es el blanco que atacó la inteligencia norteamericana, con el pretexto ecologista.

Cómo desandar el camino del odio y recomponer la Unidad con Uruguay

Revisados los errores cometidos, habrá que asumir los costos. La Presidenta Cristina Fernández parece dispuesta a ello. La clara señal dada con el despido de la Picolotti y su pandilla de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, va en ese camino.

También las declaraciones de funcionarios nacionales o del Gobernador de Entre Ríos, en el sentido de recuperar la soberanía del Estado y el ejercicio de sus legítimas competencias, al estar dispuestos a garantizar el libre tránsito por las rutas nacionales e internacionales (la Asamblea de Gualeguaychú llegó hasta imprimir documentación apócrifa para permitir el libre tránsito, usurpando facultades exclusivas del Estado).

Pero habrá que trabajar mucho, y rápido, para mitigar los efectos corrosivos de tanto desatino cometido. Entre otras cosas, se nos ocurren:

Sobre el diferendo

a) Acordar con las autoridades uruguayas, el retiro conjunto e inmediato de la demanda judicial presentada ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, y devolverla al marco bilateral, o cuanto mucho, al MERCOSUR.

b) Organizar una cumbre entre los Jefes de Estado de ambos países, para anunciarle al mundo la reconciliación definitiva de ambos países, su pertenencia al MERCOSUR y su voluntad de Unidad indisoluble.

c) El Estado Nacional y la Gobernación de Entre Ríos deben garantizar el libre tránsito por las Rutas Nacionales 135 y 136 y en los puentes internacionales que unen los territorios uruguayos y argentinos. Para ello, proponemos convocar a una gran movilización popular de ambos países, para realizar un acto de “reencuentro”, en vez de utilizar el recurso indeseable de la represión.

Sobre el Desarrollo Sustentable

a) Proponer ante los Países Suramericanos una fuerte inversión de fondos en el Banco del Sur para obras de infraestructura y de Desarrollo Sustentable en los espacios físicos compartidos o en las regiones que se consideren prioritarias.

b) Acordar con Uruguay y veedores del MERCOSUR, el ejercicio de los controles que impidan a la empresa Botnia el deterioro ambiental del Río Uruguay.

Sobre la recomposición de la relación

a) La misma se podría iniciar con el propuesto acto de “reencuentro”, con eventos deportivos y de música popular en ambas márgenes.

b) Ambos gobiernos podrían aprovechar las fiestas carnavalescas para promover la presencia de argentinos en Uruguay y de uruguayos en la Argentina, en sus eventos culturales.

Conclusiones

El camino de la unidad no está exento de tropiezos, obstáculos y zancadillas, de avances y de retrocesos. En el conflicto por la instalación de las fábricas de pasta de celulosa, como en tantas otras cuestiones que habrá que discutir entre vecinos y socios, debemos tener siempre en claro que el primer bien a defender es la Unidad Suramericana.

Hagamos que nazca aquí también un nuevo patriotismo: el Suramericano. Si no logramos construir una verdadera Unión Suramericana, perecemos lentamente como "segmentos indiferenciados del mercado internacional". En tal caso, no sólo no accederemos al derecho de un ambiente sano, sino que nos veremos privados de todos los demás derechos que nos asisten como personas y como repúblicas soberanas.

Solamente unidos, recuperando los históricos lazos de hermandad, podremos enfrentar los desafíos que nos propone el proceso de globalización creciente, preservando el más alto grado de autonomía e identidad, es decir, de dignidad para nuestros respectivos pueblos.

La única salida que nos quedará para resolver nuestras diferencias será el acuerdo político entre ambos Gobiernos y el MERCOSUR. El cierre de este conflicto debe abrir una ancha avenida de comprensión y de afecto mutuos.

Es por eso que desde la identidad de haber combatido al Imperio en Malvinas, y con la convicción de que la verdadera Patria es Suramérica, lo convocamos a Usted, uruguaya/o y argentina/o, a sumarse a esta propuesta para exigir a nuestros gobiernos que activen los nuevos mecanismos regionales en la búsqueda de solución de controversias y para concretar las estrategias que nos permitan un desarrollo sustentable.

Fernando J. Jaime Ramón J. De León
Secretario Presidente
CECIMER CECIMER
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"SOLO RESPETO A UN AMIGO

QUE LE SOY LIAL COMO UN PERRO,

ES EL GÁUCHO MARTIN FIERRO

Y CON ORGULLO LO DIGO:

YO CABRESTIANDO LO SIGO

Y SIEMPRE LO HE DE SEGUIR

JUNTITOS HEMOS DE DIR

SIGUIENDO IGUALES DESTINOS

QUE ORIENTALES Y ARGENTINOS

SIEMPRE ALIAOS HAN DE VIVIR."

El Matrero Luciano Santos

Antonio Lussich (uruguayo)

"LOS HERMANOS SEAN UNIDOS,

PORQUE ESA ES LA LEY PRIMERA;

TENGAN UNIÓN VERDADERA,

EN CUALQUIER TIEMPO QUE SEA

PORQUE SI ENTRE ELLOS PELEAN,

LOS DEVORAN LOS DE AFUERA"

Martín Fierro

José Hernández (argentino)

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