Mapa del sitio


 

05/05/08

 

Corrupción: Los millonarios gastos de Cristina y la mudanza de Alberto  

La Justicia investiga las cuentas de los viajes de instalación internacional de la campaña presidencial de 2007. Los gastos superan los siete millones de pesos. Alberto Fernández, se mudó a un departamento que no puede pagar según su declaración jurada...

Cristina Kirchner

La vuelta al mundo en first class (Revista Noticias)
Mirar la Torre Eiffel desde un auto importado con chofer, sentarse en un restó exclusivo de la histórica Plaza del Oriente en Madrid y almorzar solomillo de buey con champagne francés. Pagar platos de 200 euros. Dormir en suites diseñadas para estrellas en hoteles de lujo. Cristina Kirchner lo hizo todo cuando era candidata.

La Justicia investiga las cuentas de los viajes de instalación internacional de la campaña presidencial de 2007. Hay propinas por 8.570 dólares en tres días, suites de 2.200 euros por noche y desayunos en la cama de 165 dólares.

Mirar la Torre Eiffel desde un auto importado con chofer, sentarse en un restó exclusivo de la histórica Plaza del Oriente en Madrid y almorzar solomillo de buey con champagne francés. Pagar platos de 200 euros. Dormir en suites diseñadas para estrellas en hoteles de lujo. Cristina Kirchner lo hizo todo cuando era candidata. Quería que el mundo supiera que ella iba a convertirse en la primera presidenta mujer elegida por el voto en la Argentina.

El costo de sus paseos y giras de instalación internacional se acercó al escándalo, pero el Gobierno se negó una y otra vez a explicar los números de sus tours, a pesar de que fueron pagados sin excepción con fondos oficiales. Sin embargo, una causa judicial que se tramita en el Juzgado Federal de Norberto Oyarbide obligó a la Secretaría General de la Presidencia a reconocer los gastos. Según la documentación oficial a la que tuvo acceso Crítica de la Argentina, Cristina gastó $7.853.090,64 en cinco viajes al exterior que en total duraron 24 días.

Durante 2007 hubo cinco giras con gastos que dispararon la polémica. Francia en febrero; Ecuador y Venezuela en marzo; México y Estados Unidos entre abril y mayo; España en julio y Alemania y Austria en septiembre, por una invitación de la empresa Volkswagen, que también está siendo cuestionada en la Justicia por parecerse demasiado a una dádiva.

Toda esta información salió desde la Casa Rosada con destino a Comodoro Py como respuesta a una denuncia realizada el año pasado, a un mes de las elecciones, por Ricardo Gil Lavedra, Andrés D’Alessio y Julio Strassera. Los tres abogados pidieron que se investigara si las giras de la candidata Cristina eran ilegales. En su querella hablaron de los delitos “de malversación de caudales públicos, peculado, y/o dádivas”. La causa está en el Juzgado Nº 7, que ahora subroga –controla– Norberto Oyarbide, aunque en aquel momento estaba a cargo de Guillermo Montenegro, el juez que hoy ocupa el cargo de ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires. La fiscalía es la Nº 3, de Eduardo Taiano.

Primero fue París. Para cubrirse de las críticas, Néstor Kirchner firmó el decreto 46/2007, que anunció como viaje oficial la visita de la “primera dama” a Francia entre el 3 al 10 de febrero de ese año para participar de la ceremonia de firma de la Convención Internacional para la Protección de Personas contra las Desapariciones Forzadas.

En ese viaje y en todos los que siguieron, Cristina tuvo la compañía de una comitiva que hoy –ya como presidenta– sigue a su lado. Con pasajes en clase business de Air France volaron a la ciudad luz Héctor Daniel Mazza –secretario personal–, Laura La Torre –encargada de prensa– y el vocero presidencial, Miguel Núñez. En la documentación presentada por la Secretaría General de la Presidencia, a cargo de Oscar Parrilli, el funcionario que figura como responsable por todos los gastos es Mazza, un grandote que hoy sigue a sol y a sombra a Cristina y que tenía bajo su responsabilidad la asistencia en Ceremonial y Protocolo a la primera dama. A su nombre figuran, en el viaje a París, pedidos de “anticipo para gastos de asistencia” a Cristina por 130.000 euros. Hay que recordar que el viaje duró siete días. En ese período, Mazza, Núñez y La Torre presentaron viáticos por US$ 22.000 en total.

La candidata y sus funcionarios se alojaron en el hotel Le Meurice, instalado sobre la romántica Rue de Rivoli. Desde ahí podían caminar hasta el Louvre o la Place de la Concorde, que quedan a pocos metros, al igual que las boutiques más sofisticadas como Hermes, Chanel, John Galliano y las inaccesibles joyerías de la Place Vendôme.

Para que la candidata durmiera en Le Meurice, el Estado argentino gastó 19.860 euros, que al cambio de aquel día (4,08) equivalen a 81.028,80 pesos. Sólo la suite presidencial para Cristina costaba 2.200 euros por noche.

El resto se tuvo que conformar con habitaciones de 600 euros cada uno. Todo ese dinero, más 800 dólares de gastos de servicios de habitación, fue transferido a la sucursal Place Vendôme del BNP de París, a una cuenta registrada a nombre del hotel. El Gobierno pagó en tiempo y forma pero, unos días después, tuvo que mandar más efectivo: en el último día de su visita, Cristina, la candidata en gira, había dejado pendiente de pago una factura de 137 euros del minibar de su habitación.

En la documentación hay datos claros y otros no tanto. Los funcionarios presentaron sobreabundancia de tickets para validar los viáticos de sus tres acompañantes oficiales, pero no hay registros de otros funcionarios que viajaron y se alojaron en el Westing Paris Hotel, donde la Secretaría General de la Presidencia transfirió 10 mil euros por las habitaciones rentadas. No hay gastos a nombre de Cristina en la documentación, pero hay planillas de viáticos generales por montos exorbitantes: en el caso de París, se entregaron documentos por $2.511.889,05.

Para moverse por la capital francesa, la comitiva contrató los servicios de la compañía Elite Limousines. A la candidata la trasladaban en una van de lujo con chofer que costó 454,98 euros por día. Además, solicitaron otras vans, de menos cilindrada, y en la factura de la empresa consta el alquiler de “dos camionetas para equipaje”. Las valijas de Cristina necesitaban más espacio. El servicio insumió 14.385 euros en la semana de estadía, es decir $ 58.690,80.

El segundo destino fue menos glamoroso pero tampoco salió barato. El 21 de marzo, Fernández de Kirchner voló a Quito y luego a Caracas, en una gira de cuatro días junto al vocero Núñez, sus secretarios privados José Bounine y Fabián Gutiérrez, y la asesora de gabinete –según consta en el decreto 246/2007– María Angélica Bustos. También la acompañaron el canciller Jorge Taiana y el ministro de Infraestructura, Julio De Vido. Aunque no figura en los documentos presentados por el Gobierno, Cristina voló hasta Ecuador en un avión Gulf Stream 5, propiedad de Eduardo Eurnekian, el empresario dueño de Aeropuertos Argentina 2000, concesionaria de los aeropuertos. En aquella misión, que no tenía un objetivo oficial concreto, se reunió con el presidente Rafael Correa, quien para confirmar que el viaje se trataba de una presentación internacional de la candidata, pronosticó que Cristina sería “muy probablemente” la futura presidenta de la Argentina.

Cuando la entonces senadora llegó a Venezuela, Hugo Chávez la recibió con palabras similares: “Algunos dicen que puede llegar a ser la próxima presidenta de la Argentina”, le comentó mientras Cristina sonreía para las fotos.

Al sumar todos los gastos presentados por la Secretaría General de la Presidencia, los cinco días de la escapada latinoamericana costaron 1.371.494,22 pesos. Como en el resto de los destinos, fue puro lujo. Su asistente Mazza (que por alguna razón no explicada no aparece en el decreto oficial de la comitiva), pidió adelantos por 70 mil dólares y presentó viáticos por $63.986. Cristina se alojó primero en el Radisson Hotel de Quito y después en el Gran Meliá Caracas. Siempre, en todos los viajes, la esposa de Néstor Kirchner durmió en la habitación más cara que el hotel tenía para ofrecer. Esta vez, los gastos de la comitiva ascendieron a $11.700 por tres noches de alojamiento. Y hay facturas por alquiler de autos de lujo a la empresa Goncar en Ecuador y Guerrero Baez Marco en Venezuela.

La tercera escala de la gira por el mundo fue una visita a México y otra a Estados Unidos: cuatro días en el DF mexicano y tres en Washington. Primero, los viajeros se alojaron en el Hotel Nikko, “el mejor hotel de lujo de la ciudad de México”, según promociona su página web. Allí Cristina durmió cuatro noches en una habitación de 1.550 dólares. Según parece, el cuidado de los fondos públicos no fue la premisa que guió el viaje, porque en la factura del hotel hay varios desayunos completos de 165 dólares cada uno, a pesar de que las habitaciones incluían el café con leche de la mañana.

En total, el gobierno nacional le transfirió 11.619,30 dólares por hospedaje, alquiler de oficinas y breakfast completos en esa parada del tour. El transporte por el congestionado Distrito Federal costó 5.170 dólares, pagados a la empresa local Chapultepec.

A Washington, la primera dama llegó para participar de la gala central del Congreso Judío Mundial. Al recibirla, su director, David Harris, la comparó con una “estrella de rock” con “brillante futuro”. Ella hizo honor al menos a la primera parte de ese halago. Se alojó en el exquisito Sofitel de Washington donde pagó 3.800 dólares por dos noches y alquiló oficinas para reuniones por otros 5 mil dólares.

En total, la cuenta de la comitiva argentina en el Sofitel fue de 17.588 dólares. A ese viaje también asistió Rubén Zaccarías, director de Ceremonial de Presidencia, quien pasó 8.570 dólares de propinas por tres días de estadía. En esa corta visita, los traslados dentro de Washington también fueron dignos de las clases más acomodadas del mundo. American Transportation facturó 19.621 dólares por llevar de un lado a otro a toda la comitiva.

Llegar a España es como volver a casa para la Presidenta. Su afinidad con los reyes y con Rodríguez Zapatero convirtió a Madrid en un destino amigable. En julio del año pasado viajó hasta allí para almorzar con el rey Juan Carlos en el palacio Marivent, de Mallorca. La acompañaron los asistentes, el vocero presidencial, sus secretarios, funcionarios de Ceremonial y su custodio. A pesar de que el cerco a la prensa argentina fue –como casi siempre– infranqueable, Laura La Torre, una de las encargadas de la relación con los medios enviados, pasó viáticos por “café con periodistas” por 8.184 pesos durante los cinco días de viaje.

El funcionario de Ceremonial presentó “propinas” por 2.100 euros. También figura en ese viaje una factura de un almuerzo para dos personas por 429,77 euros. Fue en el Café de Oriente, un clásico restó frente al Palacio Real y junto al teatro de la Ópera madrileña. El lugar es famoso entre los entendidos por su gran cava de vinos y su carta de habanos y allí los argentinos pidieron un solomillo de buey de 114 euros, entre otras delicadezas. Para que no se les atragantaran los platos, tomaron un espumoso Moet & Chandon grand vintage de 104 euros la botella.

Para septiembre, mientras recrudecía el conflicto docente en Santa Cruz y la protesta social acorralaba al gobernador Carlos Sancho, Cristina voló a su quinto destino, Alemania y Austria. Invitada –según se encargó de promocionar el gobierno– por la empresa automotriz Volkswagen, en tres días Cristina recorrió Wolfsburgo, Berlín y Viena. Viajó con su comitiva de siempre y con la compañía de las cámaras de televisión de la productora La Corte, que transmite las imágenes oficiales de Presidencia. Se alojó en el Hotel Sacher Wein y en el Regent Berlin.

Su secretario, Mazza, pidió anticipos para asistirla por 211.000 euros. Aquel viaje, que no debía generar demasiados gastos –se trataba de una invitación, en teoría–, terminó restando de las arcas del Estado 1.370.762,95 pesos. Fue el último tour de la candidata Cristina, un periplo que, días antes de ser electa presidenta, se convertía en una denuncia penal. En la cuenta de gastos del fisco quedaron así casi 8 millones de pesos que buscan justificarse.

 

Alberto Fernández (La Política On Line)

Alberto Fernández hoy está más cerca de Cristina, pero más lejos de Néstor. No se trata sólo de una metáfora política, sino también de un flamante dato geográfico. En su peor momento desde que trabaja para los Kirchner, el jefe de Gabinete se mudó a un nuevo departamento, más grande y costoso que el anterior, pero en el mismo barrio porteño, el coqueto Puerto Madero. Queda a diez cuadras de las oficinas que el ex presidente tiene sobre la calle Olga Cossettini, pero el camino a la Casa Rosada para Alberto es más corto que antes. Allí, en Balcarce 50, lo cobija la Presidenta, su escudo frente a la furia que Kirchner le dedica tras los últimos papelones del funcionario en medio del conflicto con el campo, que alimentaron en las últimas horas los rumores de renuncia y que dejaron al desnudo los frentes internos que enfrenta el jefe de Gabinete.

La impecable nota que los periodistas Federico Mayol y Nicolás Diana presentan en revista Noticias explica que lo curioso es que el alquiler de ese piso de 120 metros cuadrados y tres ambientes le insume 7.000 pesos –más otros 1.000 de expensas–, lo cual le lleva su sueldo de funcionario público. ¿Cómo hace para llegar a fin de mes?

Nuevo hogar. Cada mañana, Alberto espía la calle desde los ventanales del piso 12º del complejo River View, en Juana Manso y Manuela Sáenz. Antes de las siete, cuando sale para la Casa Rosada, el funcionario posa su mirada sobre la inmensa Reserva Ecológica y el prolijo parque Mujeres Argentinas –que inauguró Cristina el año pasado–, dos vistas que le dan algo de tranquilidad en medio de los reproches que le dedica Kirchner.

Fernández cambió de hogar hace pocas semanas. Dejó el complejo Santa María del Puerto, donde vivía desde mediados del 2005, y se mudó al departamento 1 del piso 12º de River View, dos torres de 43.000 metros cuadrados que fueron inauguradas en marzo del 2003. Desde hace tres años, Alberto se instaló en el barrio más glamoroso de la ciudad de Buenos Aires.

Su nuevo departamento tiene 120 metros cuadrados –40 más que el anterior– repartidos entre dos dormitorios en suite, un living y la cocina. Según las inmobiliarias de la zona, el metro cuadrado ronda los 3.000 dólares, y el piso está valuado en 350.000 dólares, aunque un hombre de extrema confianza del jefe de Gabinete aseguró a NOTICIAS que Alberto alquila. Igual que en el complejo donde vivía antes, pero por un precio más abultado. Es que los alquileres aumentaron y hoy están por las nubes.

Alberto paga algo más de 8.000 pesos entre el alquiler y las expensas, una diferencia abismal con su anterior vivienda. Antes, en Olga Cossettini, pagaba casi la mitad: 4.000 pesos de alquiler y 500 de expensas. Ahora, destina casi su sueldo entero –gana 8.900 pesos en mano– a su nuevo hogar y no le queda resto para otros gastos. ¿Está consumiendo su capital o le pide prestado a los amigos? En una declaración jurada de años atrás, Fernández consignaba una deuda de 130.000 pesos –la que después canceló– con su propia madre. Los malabares que ahora debe hacer para llegar a fin de mes, son inimaginables. Y para colmo, trabaja todo el día.

¿Cómo hace para que le cierren los números? Alberto no nació rico y vivió siempre de la función pública. Fue funcionario del menemismo, legislador por el cavallismo y cajero de la campaña presidencial de Eduardo Duhalde en 1999, semanas antes de que adquiriera su departamento de la avenida Callao, cuyo valor de mercado supera los 350.000 dólares. Extraño. Según la última declaración jurada que presentó ante la Oficina Anticorrupción, su patrimonio actual es de 651.000 pesos. Todavía conserva la mitad de la consultora Signum, hoy desactivada: su porcentaje accionario equivale a 778 pesos. Además, Fernández tiene depósitos y dinero en efectivo por 155.000 pesos y 53.000 más por la venta de un Peugeot 307. No alcanza para justificar ingresos mensuales para solventar su nueva inversión inmobiliaria en Puerto Madero.

Siempre según su declaración jurada, Alberto no recibe dinero por otras actividades ni por la venta de bienes inmuebles. Sólo vive de su sueldo.

Rutina. A los vecinos de River View, el primer edificio de torres que se inauguró en Puerto Madero, les llamó la atención un detalle: que el ascensor de la torre 2 –el complejo tiene dos torres iguales– siempre esté en el piso 12º, donde vive Alberto, y que el funcionario se mueva sin custodia. Aunque es poco el tiempo que el jefe de Gabinete pasa en su nuevo departamento: sale a trabajar al alba y vuelve muy tarde, en especial en estos días en los que el conflicto con el campo lo tiene a maltraer. Las pronunciadas ojeras en su rostro dan fe de sus largas jornadas laborales.

El jefe de Gabinete alertó al consorcio para mantener su nuevo hogar en reserva. “Se mudó porque ahí tiene más seguridad”, dice un amigo de Alberto, que todavía no pudo hacer migas con los hombres de seguridad del complejo, una ardua tarea que dio sus buenos frutos en su anterior departamento: la seguridad le avisaba cada vez que su novia, la diputada Vilma Ibarra, estaba por entrar en el edificio, tal vez para darle tiempo de ordenar la casa o prepararle un baño de inmersión.

Un hombre que conversa a diario con el jefe de Gabinete dice que el funcionario está exhausto y que la gestión diaria lo sobrepasó. Apenas puede compartir los momentos libres con su novia o disfrutar de la pileta, el sauna y el gimnasio de River View. Eso sí, los domingos suelen almorzar en la casa de los padres de Vilma, que –según amigos de la pareja– lo asesora política y afectivamente.

Por estos días, la relación entre ambos pasa por su mejor momento, y como muestra del amor que le confiesa, la diputada le hizo un mimo: dejó de fumar por pedido de Alberto, que no tolera el cigarrillo. Vilma le dio el toque femenino al nuevo departamento y sus visitas son cada vez más frecuentes. De hecho, varios vecinos se confundieron y llegaron a pensar que era ella quien había alquilado.

La política. El lunes 28 de abril por la noche, luego de la reunión secreta que Alberto mantuvo con los ruralistas para intentar resolver el conflicto con el agro, se reunió con el matrimonio presidencial en la Quinta de Olivos. Fernández les había acercado un informe con los principales puntos del acuerdo con el campo, pero Kirchner lo zamarreó sin piedad. “¡Este arreglo no sirve para una mierda!”, gritó ante la mirada atónita del funcionario. Como pocas veces, dicen que Alberto le contestó de mala manera. “Hasta ahora, nunca se habían insultado como lo hicieron esa noche”, confió a NOTICIAS un hombre de máxima confianza del jefe de Gabinete.

Un par de días antes, también en Olivos, Alberto liberó toda su ira contra Guillermo Moreno, a quien calificó como un “perfecto imbécil” delante de Kirchner. El ex presidente lo defendió con el mismo tono y otra vez hubo escenas de ruptura.

En el círculo de Alberto los rumores de renuncia –sobre todo, luego de la salida de su protegido Martín Lousteau, el ex ministro de Economía– son cada vez más intensos. El miércoles 30 de abril, el funcionario salió a desmentir su desvinculación del Gabinete, aunque él mismo les dice a sus íntimos que está harto de los reproches de Kirchner y que se quiere ir. ¿Será verdad o es parte de su típica estrategia de victimización para negociar más espacios de poder?

La Presidenta no cree que sea un buen momento para que abandone el cargo, en medio del prolongado conflicto con el agro, el que más dañó al kirchnerismo desde que está en el poder.

Alberto amplió sus comodidades, se alejó de Kirchner y se acercó a Cristina. En su peor momento desde su llegada al poder, buscó nuevo refugio en su barrio preferido. Es un misterio cómo hace para pagarlo.

 

 

Si quiere dejar su opinión puede enviar un e-mail a:
info@malvinense.com.ar

COPYRIGHT (c) 2007 ELMALVINENSE. Todos los derechos reservados. Capital Federal-Buenos Aires-Argentina.
Se permite la reproducción mencionando la fuente