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04/02/2010

 

La actualidad se fue del país  

¿La actualidad? No, no la veo. Se perdió. O se fue del país. Solo existe el estar. El tiempo (como tal) se las tomó. Hay espacio a secas. Una sociedad que vegeta en campana al vacío. Y en esta situación no hay verbo "ser" que asome. Ni país que produzca actualidad. Actual "actual" fue 1895 en que con 4 millones de habitantes el país sorprendía al mundo con 3.500 escuelas, 23.000 industrias, 22 millones de vacas, 75 millones de ovejas. O 1945. O 1983.

Por Esteban Peicovich para el Diario Perfil

Pero los años que se desbarrancaron de 1990 a hoy "no dan el piné". Los registra el calendario pero no el tiempo. Acamparon en el pasado. Traicionaron presente. Ahuecaron la historia. Y por si aun les faltaba un despropósito viene la diosa Efemérides y emplaza a 2010 a celebrar el Bicentenario. Vaya misión: exponer la Omisión de estos años. Dejar al descubierto "las verguenzas" ante comparación que clama al cielo. Lo que fuimos y... lo que estamos. La ausencia de actualidad. Vaya mandato el que le toca al flamante (y por ahora inmóvil 2010).

En el Centenario ocultaron a los "atorrantes" en los caños del Puerto. Pero en el Bicentenario es imposible: los excluídos que supieron producir ya son tantos que no hay dádiva mensual que los quite de la vista. Tan poco motivados están los bastoneros de la fiesta que se disputan la concesión del escenario principal del homenaje. Unos preparan el Colón. Otros "ganar la Calle".

Macri propone "un punto de encuentro para reflexionar sobre el país que queremos" Frase que prueba que el reloj sigue detenido en 1810 pues ese "queremos" fue el que movió a ir a pedir frente al Cabildo "saber de que se trata" (ignorancia popular no satisfecha todavía). Kirchner por su lado llama a "festejar" (y motivos no le faltan dado el fantástico progreso de la Caja familiar). Ambos por ahora no muestran signos de aunarse ante tamaña fecha. Ni siquiera los inspira que un investigador argentino (Daniel Resasco) con dos colegas de la Universidad Oklahoma inventara un catalizador y el método (hasta ahora imposible) de juntar el agua con el aceite. Lo de Resasco abre la esperanza de que opositores y oficialistas del país (y de otros) se propongan abandonar su obsesión de ser aguachentos y aceitosos, dedicándose de una buena vez a "estabilizar combinaciones".

Por donde se la mire, la tragicomedia internacional apabulla por surrealista. Mientras millones de civiles de campo y ciudad sufren el sinsentido social creciente, los actores principales depredan el tiempo real del país y se apropian de la actualidad colectiva. Timos, promesas incumplidas, clientelismo, bastardeo cultural y educación marginada, generan el ámbito propicio para degradar "lo actual" hasta dejarlo (como sucede hoy y aquí) en presente vacío, inútil, incumplido. Estas operaciones perversas se practican en diversa medida en todos los países.

En la Argentina son de público conocimiento (y a la vez, de público desconocimiento). Mientras unos pocos hacen política como fareros y la pasan advirtiendo de tales y cuales peligros se preparan, otros persisten, impunes, en multiplicar seres masificados, hechos en fotocopia, que alcancen el apacible grado de pelele. No hay motivos fatales que justifiquen esta tendencia en casi todas las administraciones tribales del planeta.

Aunque la historia (o lo que ella fuese) prueba que este estilo prevalece sobre los intentos de darle un progreso "humano" a la especie. Se trata de una vía dolorosa y por ahora inevitable. El Poder recita lo contrario pero su primer mandato es "destruirás al hombre como a ti mismo"Su naturaleza oculta al escorpión. Al que ruega y al que pica. Son dos (pero en uno). Se trata de seguir rogando. Pero a un dios que se ocupe, ya es hora, de lo actual.

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