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Casi toda la tripulación desapareció de la faz de la tierra al ser cañoneada por un buque enemigo. El único español muerto en combate fue en este día. Conozca el relato de los dos únicos sobrevivientes que fueron rescatados seis días más tarde.
Heroicos hombres bravíos de la Patria que en este día perdieron la vida defendiendo el futuro de la Nación. Elevamos una oración en la memoria de estos valientes, para que sus almas descansen en paz.
El Buque
El Isla de los Estados, era un barco mercante español construido en 1975 en Guijón y llamado Trans-Bética, que fue incorporado en diciembre de 1980 a la Armada Argentina y se rebautizó como Isla de los Estados. Su tarea fundamental consistía desde antes del conflicto bélico en el transporte de víveres, combustible y medicinas para los malvinenses. Lo hacía en virtud del cumplimiento de acuerdos anglo-argentinos, este barco también llevaba maderas a las islas y transportaba ovejas al continente, concretamente navegaba 670 kilómetros hasta Río Gallegos, en la provincia de Santa Cruz.
Si bien tuvo la oportunidad de desembarcar en el continente, Olveira no lo hizo y se quedó a bordo como voluntario, realizando las tareas de aprovisionamiento. El 29 de marzo de 1982 zarpó de Puerto Deseado rumbo a Puerto Argentino en su último viaje. El 4 de abril llegó a Puerto Argentino, la capital de las islas al mando del Capitán de Ultramar Tulio Néstor Panigadi.
El artero ataque pirata
El 10 de mayo de 1982, por la noche, los ingleses localizaron el buque mercante en el Estrecho de San Carlos y a pesar de pertenecer a la marina mercante, fue atacado cerca de las 22 horas estando a unas diez millas de Puerto Mitre (también conocido como Puerto Howard).
El barco atacante era la fragata pirata HMS Alacrity, que, sin piedad alguna, hizo numerosos impactos en el buque, el ARA Isla de los Estados estaba ardiendo y escorado a estribor hasta que se produjo la explosión de los tanques de combustible y el barco se hundió en un lapso de menos de 10 minutos, arrastrando consigo a la tripulación. La nave de referencia tenía 81,4 metros de eslora, 3.900 toneladas de desplazamiento y una velocidad máxima de 14 nudos.
Luego del ataque la fragata inglesa se retiró del lugar rápidamente sin cumplir con los códigos de los marinos… sin siquiera intentar rescatar a los náufragos.
Al ser de noche, la situación empeoró las cosas. Pereció toda la tripulación, a excepción de cuatro sobrevivientes, aunque dos no llegarían a la costa.
El atemorizado capitán
Digno de aquél que arroja la piedra y esconde su mano, sin afrontar las consecuencias. Lo correcto hubiera sido socorrer a los naúfragos. De haber actuado en forma negligente, se hubieran salvado dos marinos argentinos. Años después, se supo que el capitán de la fragata HMS Alacrity, llamado Chris Craig, literalmente había salido huyendo, porque adujo que “creía que toda la zona estaba llena de tropas argentinas”.
El almirante Sir John Forster “Sandy” Woodward, a cargo de la Task Force, le había ordenado a la fragata Alacrity que recorriese, la noche del 10 de mayo, de sur a norte y en toda su longitud del estrecho de San Carlos, que separaba las islas Soledad y Gran Malvina. Su misión era descubrir si sus aguas estaban minadas y si existían defensas costeras que pudieran comprometer las operaciones para re invadir las islas.
Durante su silenciosa y tensa travesía nocturna, la Alacrity detectó un barco de superficie. Craig ordenó preparar el cañón de 4.5 pulgadas y lanzó una bengala, luego de algunos minutos efectuó una serie de disparos, haciendo desaparecer el contacto de sus pantallas. Había hundido al transporte mercante argentino Isla de los Estados.
Perdido el secreto de su misión, Craig ordenó poner en máxima potencia a sus motores para salir del estrecho y alcanzar a toda velocidad la seguridad de aguas abiertas, donde además esperaba encontrarse con otro barco británico. A la salida del estrecho de San Carlos, a las 01.30 horas del día 11 de mayo, la fragata por poco es hundida por el submarino argentino San Luis que le disparó dos torpedos, uno estalló pero se ignora dónde.
El naufrágio
Sólo 4 personas de la tripulación del Isla de los Estados pudieron escapar y alejarse apreciablemente del buque, pero dos de ellas murieron al dirigirse a la costa.
Tras la explosión en el Isla de los Estados, el Capitán de Corbeta Alois Esteban Payarola, uno de los pocos supervivientes en el puente, salió hacia el costado de babor donde se encontró con el mayordomo Omar Héctor Sandoval (nacido el 9 de noviembre de 1929 en La Plata; tenía 52 años, una esposa y tres hijos de 19, 17 y 16 años que esperaban ansiosos su vuelta a la casa) y el marinero Alfonso López, y entre los tres consiguieron lanzar al agua una de las balsas inflables. López se tiró al agua por la popa y cayó dentro de la balsa, puesto que no sabía nadar. El mayordomo no tuvo tanta suerte. En su zambullida fue a impactar con una parte saliente del casco y cayó al mar sin sentido. Desapareció bajo las aguas antes de que sus compañeros pudieran prestarle auxilio. No eran los únicos que intentaban escapar del desastre porque cerca de ellos se oían gritos, cuya procedencia no se podía determinar. Seguramente se trataba de otros supervivientes que intentaban lanzar alguna balsa por haber quedado inservibles los botes salvavidas.
En pocos minutos, la escora del ARA Isla de los Estados llegaba a los noventa grados, antes de abandonar la nave, Payarola estuvo deambulando por la misma mientras se escuchaban explosiones menores, hasta que decidió lanzarse al agua helada. Se dirigió nadando hacía un punto de donde provenían gritos. Era una de las balsas en las que habían conseguido embarcar los marineros Antonio Máximo Cayo y Manuel Olveira que lograron salvarse pocos minutos antes que se hunda el barco.
Mientras tanto, un helicóptero Lynx británico evolucionaba sobre el mercante observando su hundimiento, lo que confirmaba la autoría del ataque. Por su parte, la fragata HMS Alacrity proseguía su camino a toda máquina hacia el norte sin prestar ayuda a los náufragos. Si lo hubiera hecho, Olveira y todos los demás hubieran sobrevivido.
Aunque la segunda balsa se encontraba en bastante mal estado, Olveira y su compañero ayudaron a subir a Payarola que acababa de llegar. El frío era intenso y todavía se escuchaban por la zona algunos gritos mientras observaban en la oscuridad si encontraban a otros náufragos.
El Capitán de Corbeta Payarola pensó que con los tres encima la balsa no duraría mucho, decidiendo lanzarse de nuevo al agua. Optó por dirigirse nadando hacia un bulto negro que resultó ser la otra balsa con el marinero López, el Capitán Panigadi y el Primer oficial Bottaro. Los dos oficiales pudieron escapar del puente tras la explosión y los había recogido López.
Entre los tres le ayudaron a subir a bordo. Esta balsa se encontraba en buen estado, aunque la corriente les alejó de la zona del hundimiento, dejando de oírse las voces. En esos momentos, el ARA Isla de los Estados ya había desaparecido bajo las aguas con buena parte de su tripulación en el interior.
La costa estaba a la vista. No quedaba más remedio que remar para acercarse antes de que la corriente terminase por arrastrarlos mar adentro. En un arrebato, el Capitán Panigadi se tiró al agua iniciando una lenta aproximación a nado hacia la costa. El siguiente en hacerlo fue el Primer oficial Bottaro, el único que llevaba chaleco salvavidas. Más tarde, Payarola llegó nadando a tierra al mismo tiempo que remolcaba la balsa con el marinero López a bordo. Entretanto, ambos pudieron observar como el Capitán del buque, Tulio Néstor Panigadi se desviaba de la buena dirección y continuaba nadando hasta perderse de vista (quizá decidió que no podía seguir viviendo al hundirse su barco y su gente), y como se le agotaban las fuerzas al Primer oficial Bottaro en su particular aventura. Más tarde, el cuerpo del Capitan Panigadi, fue recuperado por los hombres del Río Carcarañá.
A las 03:30 horas consiguieron llegar a tierra, identificada posteriormente como la Isla Cisne, y sacaron del agua al Primer oficial Bottaro. Estaba completamente agotado y helado de frío. A pesar de aplicarle todos los cuidados que podían, terminaría falleciendo.
Respecto a la segunda balsa y sus dos ocupantes, donde estaba Olveira, nunca más se supo que fue de ella.
Así fue como veinticuatro héroes (14 civiles y 10 militares) murieron, integrando la lista de los 649 patriotas que ofrendaron sus vidas en Malvinas.
Finalmente el marinero Alfonso López (también gallego de Fisterra) y el capitán de Corbeta Alois Esteban Payarola alcanzaron una isla en medio del estrecho de San Carlos. Allí, en la isla Cisne, debieron soportar bajas temperaturas y sobrevivieron comiendo lo que encontraron y bebiendo agua de lluvia, hasta que el 16 de mayo (6 días después) fueron rescatados por el buque mercante Forrest de 250 toneladas de desplazamiento y una velocidad de 9 nudos que fue requisado y puesto bajo el mando del teniente de navío Rafael G. Molini. El buque pertenecía antes del 2 de abril, la Gobernación Colonial y realizaba tareas para la Falkland Islands Company, la compañía propiedad de Margaret Thatcher y su esposo.
De los dos supervivientes, el marinero gallego Alfonso López (que llegó al país a los 15 años, trabajó como marino mercante), tras sobrevivir al hundimiento de su barco siguió en la mar como contramaestre hasta su jubilación en 1992, falleciendo el 24 de septiembre de 2005. En tanto que el Capitán de Corbeta Alois Esteban Payarola, se le otorgó la Medalla al valor en combate y vive en la actualidad en Bahía Blanca.
El gallego malvinero
Aquí se produce el paso a la inmortalidad del único español caído en combate. MANUEL OLVEIRA, UN HÉROE GALLEGO EN LA GUERRA DE MALVINAS. El único español muerto en la Guerra de Malvinas. Era nacido en Finisterre, Galicia, se llamaba Manuel Olveira y residía en la localidad bonaerense de Lanús.
A Manuel Olveira se lo recuerda en la Plazoleta de Remedios Escalada y Concejal Noya, en Lanús (provincia de Buenos Aires), donde una placa conmemorativa y luego una estatua, erigida el 31 de mayo de 2003 le rinde homenaje.
Olveira había nacido en la emblemática Fisterra, un municipio español de la provincia gallega de La Coruña, el 3 de diciembre de 1934. Allí pasó su juventud hasta que decidió emigrar a América en 1957. En Argentina, a cuestas con su oficio, no pudo dejar su vocación de hombre de mar y es así que durante el conflicto bélico en Malvinas, trabajó en el buque mercante Isla de los Estados, transportando mercancías a las islas.
Fuentes: Alberto Seoane y Veteranos de Madryn, Chubut
Así es como en la noche del 10 de Mayo de 1982, cerca de Puerto Howard, en una de las tantas misiones de transporte, fue atacado por la fragata británica HMS “Alacrity”, cuyos cañonazos dieron en la carga de combustibles y municiones que llevaba. El “Isla de los Estados” explotó y desapareció junto con casi toda su tripulación en pocos minutos.
El hundimiento de este buque fue un suceso emblemático, ya que operaban en él hombres de las tres Fuerzas Armadas, de la Prefectura y de la Marina Mercante.
ROL DE HONOR – TRIPULACIÓN DEL “ISLA DE LOS ESTADOS” MUERTA EN COMBATE
Personal de la Marina Mercante
Capitán: Capitán de Ultramar Tulio Néstor Panigadi
1º Oficial Capitan de Ultramar Jorge Esteban Bottaro
2º Oficial Piloto de Ultramar Jorge Nicolás Politis
Jefe de Máquinas Maquinista Naval Miguel Aguirre
1º Maquinista Maquinista Naval Alejandro Omar Cuevas
Contramaestre Benito Horacio Ibáñez
Cabo de Marina Jorge Alfredo Bollero
Marinero Manuel Olveira (Corregido, no era Oliveira)
Marinero Antonio Máximo Cayo
Marinero Antonio Manuel Lima
1º Electricista Pedro Antonio Mendieta
1º Mecánico Enrique Joaquin Hudephol
1º Cabo Omar Héctor Mina
1º Cocinero Rafael Luzardo
Mayordomo Héctor Omar Sandoval
Personal de Ejército
Capitán Marcelo Sergio Novoa
Sgto. Ayudante Victor Jesús Benzo
De la Armada Argentina
Cabo Ppal. Rubén Torres
Cabo Enfermero Orlando Cruz
Cabo 2º Oscar José Mesler
De Fuerza Aérea
Cabo 1º Héctor Hugo Varas
De Prefectura Naval
Marinero Jorge Eduardo López
Sobrevivientes
Capitan de Corbeta Alois Payarola
Marinero Alfonso Alfredo López
GLORIA Y HONOR A LOS HEROICOS HOMBRES DE LA PATRIA HIBEROAMERICANA
QUE OFRENDARON SUS VIDAS
POR UNA CAUSA JUSTA