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Realizando entrenamiento pre-antártico para integrar la primera expedición científica continental argentina (1949).
INTRODUCCIÓN
A medida que pasan las hojas del tiempo los hechos y circunstancias que motivan a los hombres a emprender acciones en las que muchas veces les va la vida van quedando en el arcón de los recuerdos.
Así, sus nombres se pierden en los tiempos y cuando por algún motivo alguien pasa delante de un monolito o lee el nombre que se ha dado a un lugar, localidad o calle no encuentra la respuesta adecuada a la pregunta que seguramente se hace… ¿Quién habrá sido esta persona…? Cómo murió…?, ¿Qué habrá pasado en este lugar…?
Con la modesta intención de que las generaciones presentes y futuras tengan en parte las respuestas a esas preguntas, con profunda emoción y respeto se ha redactado esta “Evocación a los caídos en Copahue” para rendirles el merecido homenaje a los que fueron las primeras víctimas de la gesta de llevar nuestra Bandera al Desierto Blanco Argentino evitando que por el paso de los años su sacrificio quede en el olvido.
Hace unos años, fueron impactantes las palabras que el Teniente Coronel EDB Julio Cesar Casimiro MOTTET en la página 115 de su libro ” Reminiscencias, hace mas de medio siglo en la Antártida Continental Argentina ” manifestó: ” Quizás ya nadie los recuerde, como no sean sus familiares y los que queden de sus amigos y compañeros”, lo que motivaron a rescatarlos del paso del tiempo y brindarles a las jóvenes generaciones esta humilde “Evocación a los caídos en Copahue “, para que no solo los tengan en cuenta sino que se les brinde el merecido reconocimiento.
COMIENZA LA GESTA
En febrero de 1949 el Coronel Hernán PUJATO realizó el “Curso Invernal en el Centro de Adiestramiento Ártico en Alaska”, dictado por el ejército de los Estados Unidos de Norteamérica, de regreso en el país supo que su proyecto de realizar la que se denominaría “Expedición Científica a la Antártida Continental Argentina” contaba con la aprobación provisional del Ejército Argentino.
Ante ello y sin pérdida de tiempo continuó con su planificación, en esa época ya había seleccionado y reunido en el área de Copahue, departamento de Ñorquín en la provincia de Neuquén, al núcleo de la dotación.
El área de entrenamiento, próxima al volcán homónimo, presentaba condiciones geográficas y climáticas similares a las que encontrarían llegados al Continente Blanco y poseía un precario refugio militar.
El 23 de mayo de 1949, es una fecha que no debemos olvidar, porque se recuerda el fallecimiento en actos del servicio de los tres primeros voluntarios integrantes del Ejército Argentino seleccionados por el entonces Coronel Hernán Pujato para integrar la Expedición Científica a la Antártida Continental Argentina, que se materializó en el año 1951 y fundó en la Bahía Margarita al sur del Círculo Polar Antártico la “Base “General San Martín”, en esos momentos la más austral de la República Argentina y del mundo.
Ese día, mientras se entrenaban en las inmediaciones del refugio, fueron sorprendidos por un violento temporal de nieve y viento, que les impidió regresar y fallecieron.
Estos hombres de montaña y soldados, son los que cayeron en pos de un ideal:
Teniente Primero (Infantería) Arnoldo SERRANO
Subteniente (Artillería) Adolfo Ernesto MOLINERO
Soldado Conscripto (Clase 1928) Emiliano JAIME
El Teniente Primero de Infantería Arnoldo SERRANO, nació el 25 de abril de 1921 en la ciudad de San Nicolás de los Arroyos en la provincia de Buenos Aires, sus padres fueron el señor Tomás SERRANO y la señora Dionisia SIMON, egresado del Colegio Militar de la Nación con el grado de Subteniente el 15 de julio de 1944 siendo destinado al III Batallón del Regimiento de Montaña 16 ubicado la localidad de Uspallata, en la provincia de Mendoza, cubriendo distintos puestos y destacándose como escalador y esquiador. En este destino ascendió a Teniente y luego a Teniente Primero. Habiendo sido aceptado por sus condiciones y experiencia fue enviado al refugio militar existente en Copahue previo a hacerse cargo de los “perros alaskenses” que se hallaban en Las Lajas.
El Subteniente de Artillería Adolfo Ernesto MOLINERO, nació el 27 de septiembre de 1925 en la ciudad de Mendoza, era hijo del señor Jorge Heraclio MOLINERO CALDERON y de la señora Helena Paula SCHOON SMITH de MOLINERO CALDERON, egresó del Colegio Militar de la Nación con el grado de Subteniente el 18 de diciembre de 1947 y fue destinado al 4to Grupo de Artillería de Montaña ubicado en Campo de los Andes, desempeñándose inicialmente como Oficial Observador en la Batería de Aspirantes a Oficiales de Reserva y luego como Oficial en la misma batería, durante el año de permanencia en este destino participo de ejercicios finales, comisiones en el terreno, reconocimientos, trabajos invernales y prueba de altura, el concepto de su Jefe de Batería fue “reúne condiciones sobresalientes para la especialidad de montaña…” y el 26 de febrero de 1949 pasó a disposición del Coronel PUJATO en la zona de Copahue.
El Soldado Conscripto Emiliano JAIME nació en el año 1928 en la ciudad de General Acha en la provincia de La Pampa y cumplía su servicio militar obligatorio en el I Batallón del Regimiento 10 de Infantería de Montaña, al presentarse como voluntario para conformar la dotación que fundaría la Base de Ejército “General San Martín” en la Antártida Argentina se integró a la patrulla conformada por los oficiales mencionados anteriormente y pasó a prestar sus servicios al refugio militar de Copahue.
Al conocerse el 24 de mayo de 1949 la desaparición de los integrantes de la patrulla el Estado Mayor General del Ejército designó al Coronel PUJATO como “Jefe de la comisión de auxilio para la búsqueda de los camaradas desaparecidos en la montaña” y regresó a Las Lajas; la búsqueda resultó infructuosa y el 3 de julio de 1949 regresó a Buenos Aires.
Los cuerpos del Subteniente MOLINERO y del Soldado JAIME fueron hallados debajo de un árbol por una patrulla militar el 8 de diciembre de 1949. Habían muerto por congelamiento, pero no se encontró al otro integrante.
Los restos del Teniente Primero SERRANO, con fracturas y los esquíes rotos fueron hallados en 1958 por unos puesteros en la cumbre de un cerro totalmente alejado del refugio militar.
Personal de la Guarnición Militar Las Lajas los recuperó y luego de ser velados en una capilla ardiente instalada en el cuartel fueron trasladados hasta su ciudad natal en San Nicolás de los Arroyos, provincia de Buenos Aires, ciudad a la que llegaron el 10 de mayo de 1958 siendo inhumados en la necrópolis local. Los honores militares estuvieron dados por una compañía con bandera y banda del 1er Batallón de Zapadores Motorizados.
HOMENAJE
En octubre de 1949, el jefe de la futura expedición a la Antártida dejó traslucir su sentir en la “Revista Militar” con estas palabras:
“Allá arriba en la Cordillera Andina, arrullados por los vientos huracanados y envueltos en grueso sudario de nieve, han quedado los camaradas Teniente 1º D. Arnoldo Serrano, Subteniente D. Adolfo Ernesto Molinero y el Soldado Conscripto Emiliano Jaime.”
“En la lucha titánica y sin cuartel con el huracán invernal, cayeron vencidos”.
“Aún no han vuelto sobre el escudo, porque la montaña hermosa y bravía, donde rindieron sus vidas de hombres jóvenes, optimistas y fuertes, los retiene como si fueran su mejor presa.”
“Fueron voluntarios, porque eran valientes. Sus sueños varoniles, sus ilusiones de soldados capaces, los materializaron en una misión que exigía sacrificios.”
“Oyeron el llamado que hizo vibrar en sus espíritus, el sentido heroico de la vida y quisieron servir a la Patria con austeridad, con abnegación y con misticismo.”
“Sus vidas prodigadas en holocausto a un ideal, es otro ejemplo que concurre a reforzar la moral de los que hacen de su profesión de soldado un sacerdocio y que desdeñan, porque es infamante la comodidad sibarita y el derrotismo escéptico, incapaz para toda obra y toda acción.”
“Esa patrulla militar – que como expresión del pueblo argentino estaba compuesta por dos oficiales y un soldado-, luchando contra el temporal, con el viento y la nieve que ciega y que impide marchar, con el frío que resta las últimas energías, como si no fuera bastante el esfuerzo agotador que la altura y el desnivel exigen, es un símbolo y una comprobación; el espíritu que infundiera el General San Martín, al crear en sus granaderos al Ejército Argentino, perdura.”
“Sus sacrificios no serán estériles. Por la senda abierta por los soldados que nunca regresarán, seguirán otros, otros también con almas de soldados, otros que tienen como aquéllos, la dicha sin par de ser hijos de madres pudorosas, creyentes y patriotas, pues sólo de tales madres se viene al mundo con el alma de héroe.”
“Ellas, las madres que perdieron a sus hijos para dar soldados ejemplares a la Patria, reciban el más sentido reconocimiento junto con la gratitud del Ejército, que contribuyeron a prestigiar.”
“Pasará el tiempo; a la borrasca con sus copos de frío armiño, sucederá el paisaje lleno de color, donde el azul intenso del cielo se refleje en los lagos tranquilos orlados de pinares, escenario primaveral que por muchas veces en pretéritas épocas, contemplaron las danzas y los cánticos guerreros de los esforzados araucanos; pero ya por siempre, sea en los amaneceres tan llenos de luz como en los atardeceres cordilleranos, que parecen haber sido hechos para exaltar religiosos sentimientos que acercan como nunca a Dios y sugieren melancólica recordación de todo lo noble y querido que unido en el corazón, estará presente en el recuerdo de sus camaradas que recorran la montaña, la patrulla que se perdió en las nieves de los Andes para encontrarse en los retenes de la gloria, siguiendo el camino del honor y del deber.” Hernán Pujato – Coronel
TRATANDO DE COMPRENDER
Al no disponerse de elementos de juicio que permitan conocer como se produjo la tragedia, se considera válido transcribir las consideraciones realizadas en su obra “Reminiscencias…”, por el Teniente Coronel Jorge Julio César MOTTET:
“¿Qué pasó aquella desgraciada tarde? No hay nada escrito que nos permita comprobarlo, solamente suposiciones. Por alguna razón que sólo puede dar lugar a conjeturas, los cuerpos del subteniente Molinero y del soldado Jaime fueron encontrados juntos debajo de un árbol. Al parecer, allí buscaron refugio del temporal y se presume que quizás Molinero o Jaime claudicaron ante la violencia de la tormenta o se lesionó. Mientras Serrano se alejaba en busca de ayuda, uno de los otros dos quedó al cuidado del discapacitado. Una comisión de búsqueda encontró los dos cuerpos juntos, pero no pudo hallar el de Serrano, al que se buscó infructuosamente durante varios años.
“Varios años después, cuando ya pocos recordaban la tragedia y el misterio de la desaparición de Serrano, su cuerpo – o mejor dicho, su esqueleto – fue encontrado … totalmente apartado del sitio donde se encontraron los restos de Molinero Calderón y Jaime. Todo motiva a pensar que, desorientado por el viento blanco, se desvió de la senda hasta terminar en la cumbre de un cerro. Se supone que allí debe haber sufrido una horrible caída ya que sus huesos mostraban fracturas, especialmente de costillas y sus esquíes también estaba rotos.”
REPERCUSIÓN INSTITUCIONAL
En conocimiento del hallazgo de los cuerpos de dos de los extraviados el Ministro Secretario de Estado de Ejército, General Franklin LUCERO, el 12 de diciembre de 1949 por Boletín Militar Público Nº 1780, resolvió:
Que se le otorgue el distintivo de la especialidad andina “HONORIS CAUSA” de 1. Categoría, a los extintos Teniente 1° D. ARNOLDO SERRANO, Subteniente D. Adolfo Ernesto MOLINERO y Soldado Conscripto Emiliano JAIME.
Erigir un monolito recordatorio en la zona de Copahue, en el que se inscribirán los nombres de los extintos y la leyenda: “Rindieron sus vidas sirviendo a la patria” y la fecha “23 de mayo de 1949.
Se le otorgue a la señora Toribia GALVAN de JAIME, madre viuda del extinto soldado Emiliano JAIME, la pensión que le corresponde”.
Por el mismo documento se resolvió que se rindieran al Subteniente Adolfo Ernesto MOLINERO y al soldado conscripto Emiliano JAIME, “honores militares de mayor proporción que los determinados en el Reglamento de Ceremonial Militar (R.R.M.29)” así como la sucesión y lugar de los actos.
Llegados los restos del Subteniente Adolfo Ernesto MOLINERO a la Estación Constitución del Ferrocarril Nacional General Roca y luego de su velatorio fueron inhumados el 15 de diciembre de 1949 con los honores militares correspondientes. Las palabras de despedida las pronunció el Coronel Hernán PUJATO.
Los restos del Soldado Conscripto Emiliano JAIME fueron trasladados hasta la localidad de General Acha en la provincia de La Pampa donde un Oficial Jefe los despidió en nombre del Ejército y el 15 de diciembre de 1949 se lo sepultó con honores militares; los restos del Teniente 1° Arnaldo SERRANO, descansan en el cementerio de San Nicolas, provincia de Buenos Aires y del Subteniente D. Adolfo Ernesto MOLINERO en el Cementerio de la Recoleta de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El 27 de febrero de 1950 por Boletín Militar Público Nº 1842, se resolvió que la inauguración del monolito construido en la altura “El Peñón”, se llevara a cabo el 11 de marzo del mismo año, se determinó la sucesión de los actos.
La ceremonia fue presidida por el General LUCERO, las tropas formadas para la rendición de los honores se conformaron con 1 compañía con bandera y banda del I/Rm.10, delegaciones compuestas de un jefe, dos oficiales, tres suboficiales y 10 soldados pertenecientes al Rm.16 y Am.4″.
En el año 2009, el Comando Antártico del Ejército y el Comando de la Brigada de Montaña VI colocaron al pie del monolito una placa en reconocimiento a los caídos.
EPÍLOGO
Han transcurrido muchos años de los hechos, para muchos desconocidos descriptos en esta “Evocación a los caídos en Copahue”, por ello se considera una obligación rescatar y resaltar el espíritu que animó a estos esforzados miembros de las Tropas de Montaña que no solo entregaron sus vidas mientras se preparaban para cumplir una riesgosa misión sino que nos han dejado una lección de vida.
Su sacrificio nos debe servir de ejemplo y estímulo, razón de más para traerlos de las páginas del ayer.
Por último, con todo respeto, se los invita a escuchar íntimamente el toque de “Silencio” y a guardar un respetuoso “Minuto de Silencio” en memoria de los camaradas caídos en actos del servicio.
De esta manera mantendrá vigencia el refrán que nos legara Santa Teresa de Jesús hace más de 500 años: “Vivir la vida de tal suerte que viva quede en la muerte”.
Fuentes: Coronel Expedicionario al Desierto Blanco (R) Carlos Gustavo FONTANA
Fotografías: Mayor Lucas José FILIPPI y Capitán Iván SIDONI
Gentileza: Fundación Marambio