La respuesta
argentina a la agresión
británica de marzo de 1982, fue tan do-
lorosa para el enemigo, que se sintió
derrotado y humillado como muy pocas
veces se ha visto al Imperio británico.
El gobernador inglés, debió rendirse sin
haber podido ofrendar una sola gota de
sangre. Escondido en su escritorio, sor-
prendido e impotente, solamente atinó
a decirle al Almirante tras la capitula-
ción: “Usted sabe que esto no queda-
rá así”.
Y así fue, aún más allá de la guerra,
para la Argentina toda, hasta el día de
hoy.
Aquellas palabras, complementadas
con las de Winston Churchill -nieto- en
el Parlamento británico el 21/06/82: “A
la Argentina hay que revolcarla en el
barro de la humillación”.
En ese contexto, volvieron por los hé-
roes de Malvinas, para que los argen-
tinos nos sintamos vencidos, acorrala-
dos, tal como los ingleses se sintieron
el 2 de abril de 1982.