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En las últimas semanas, la gran causa nacional está siendo atacada asiduamente. Análisis del por qué en este momento en particular…
Por Patricio Mendiondo, Director El Malvinense
Como toda causa noble y verdadera, Malvinas, no está exenta de ataques constantes por parte de quienes quieren denostar la causa con el fin de quebrar el único punto de unión de los argentinos (y por qué no de Iberoamérica). Desde el fin del conflicto bélico de 1982, fecha en que inició una gran campaña de desmalvinización, la causa nacional no dejó de recibir ataques para quebrar la voluntad y el sentimiento malvinero del pueblo argentino.
Ello, porque la causa Malvinas nos marca siempre el camino a seguir para recuperar nuestros valores que nos hicieron grande como Nación, aquellos que nos recuerdan de donde venimos y hacia donde vamos. Los valores de nuestros grandes héroes patrios desde los gloriosos guerreros que combatieron en 1806, siguiendo con tantos otros como Manuel Belgrano que nos dio como estandarte el hermoso manto de nuestra Santísima Virgen María.
Malvinas es hermandad, paz, armonía, entereza, valor, símbolo de lucha y unión… representa todo lo bueno que debiera tener un pueblo y mantener un gobierno. Por el contrario, la actualidad desde hace décadas en argentina, es totalmente antagónico a los valores que representa Malvinas. Y por eso, tanto el enemigo sajón como todo organismo o ente foráneo, ya sea político, diplomático como económico, desean la destrucción de la noble causa Malvinas.
Como no pueden borrar de la memoria ni del sentimiento de los argentinos la palabra Malvinas, entonces intentan pervertirla, tratando de cambiar su sentido espiritual, más allá de lo que representa a nivel geopolítico y económico.
Así, se sufren ataques constantes o se forman grupos disidentes tratando de convencer a muchos argentinos de lo que deben pensar sobre Malvinas (tanto sobre los hechos de la gesta como sobre su actualidad y futuro), como sucedió con algunos grupos de Veteranos de Guerra financiados por organismos netamente contrarios a los intereses nacionales. O con seudos “historiadores” o políticos que bastardean cotidianamente la causa. Y para peor, son financiados o se les da espacio desde los medios masivos de comunicación como referentes indiscutidos, cuando en realidad son la peor escoria que la causa Malvinas pudo haber tenido. Esto, claramente no es nuevo.
Sin embargo, en los últimos días la causa noble recibió un certero ataque, proveniente de quien se suponía, defensor indiscutido de la gloriosa gesta. El ataque fue dirigido contra el espíritu malvinero, contra un patriota como Seineldín, quien fue (y sigue siendo) una de las figuras más representativas del sentimiento malvinero y de la patria en general. Que más allá de las diferentes opiniones que se puedan tener sobre él, nadie discute su desempeño, valentía y vocación de soldado. Un verdadero hombre de fe y de palabra. Coherente siempre con lo que decía y luego hacía. Fue el único oficial que se opuso pública y abiertamente al golpe de Estado de 1976 (que le valió el calabozo). En 1990, a pocos días de visitar el presidente Bush Argentina, al ser traicionado por el entonces presidente Menem (quien le había prometido accionar contra las medidas que EE.UU. iba a imponer en nuestro país), se hizo cargo del levantamiento carapintada del 3 de diciembre, pese a estar a cientos de kilómetros de distancia, bajo el injusto arresto que el propio primer mandatario le había impuesto.
Así, se ha agraviado y falseado la memoria de un hombre que representa al espíritu de la causa nacional. Pero no fue un ataque al azar o generalizado. Se buscó agredir netamente el corazón de lo que significa Malvinas para los argentinos, ese sentimiento y esos valores heredados de nuestros antepasados que supieron conservar y al mismo tiempo transmitirnos. Esos por los cuales… aún permanece la Patria y que aún logran unir y rescatarnos, cuando parece que todo está perdido.
Se utilizaron frases agraviantes como “abandonar o no cuidar a la tropa”, “gestos arcaicos de enterrar un Rosario para pedir protección”… nos indican claramente que no se quiso agredir solamente al hombre, sino a toda la causa Malvinas. Decir de Seineldín que era un hombre que no cuidaba a su gente… alguien que fue respetado y reconocido hasta por el propio enemigo… sin dudas se ve claramente el objetivo del mensaje. Lo mismo con la crítica totalmente innecesaria sobre el acto de protección de la pista enterrando un Santísimo Rosario (a menos que se buscase atacar la raíz católica de los malvineros y argentinos).
Así, las palabras agraviantes, toman sentido. ¿Acaso alguien puede creer que una persona que se supone sapiente de la temática Malvinas cambie de opinión en tamaño giro sin motivo alguno?
Claramente, se intenta una vez más mantener a la disidencia controlada en su corral, esta vez intentando torcer los valores malvineros.
Pero, ¿por qué ahora?
Durante 1989 e inicios de 1990, la Argentina y el mundo sufrió un gran golpe, que dio inicio a la era de la globalización, que fue y es altamente perjudicial a los intereses nacionales en la medida en que no tenga un freno que impida que el pueblo sea verdaderamente libre e independiente. Ello trajo grandes males que hoy son moneda corriente y que justamente, el propio Seineldín supo denunciar a tiempo pero fue traicionado por la política gobernante de aquél entonces.
Hoy, 2024, nos encontramos nuevamente a las puertas de otro gran cimbronazo mundial del que Argentina no quedará salvo. Por ello se entiende todavía aún más estas maniobras ya demasiado torpes, ya demasiado obvias, porque el tiempo se agota y es preciso mantener la mayor cantidad de ovejas en el corral.
Quien pierda la voluntad de lucha, habrá entregado su vida al sistema perverso que esclaviza y mata espiritualmente naciones, familias e individuos por doquier.
Por ello, estos ataques no deben darnos rabia ni desazón. Más bien entereza para continuar la lucha y dar gracias que los traidores y enemigos se van visualizando más fácil. Porque cuando al enemigo el tiempo se le acaba, se mueve rápido y ello le genera torpeza. Pero al resto, le da claridad.
Querido lector, si hasta aquí haz llegado, no bajes los brazos. Mantiene el espíritu de lucha que el enemigo, hoy casi invisible intenta doblegar. Recuerda aquellas sabias palabras del gran patriota que hoy es atacado, y que tomando las palabras del santo Atanasio dijo para nuestra patria… “mientras haya tan solo un grupo de argentinos que resistan a ser conquistados, la patria vive”.
Y esos valores que nos enseñaron nuestros padres, que transmitimos a nuestros hijos… así sea un pequeño grupo, mientras permanezca, la Argentina seguirá viva y llegará finalmente el día que prevalecerá sobre todo acto de error, traición, malicia y temeridad.
No estamos aquí para triunfar, sino para luchar. Con lo cual, muchos no lo lograrán, caerán o se acobardarán ante el enemigo.
Pero a nosotros, verdaderos patriotas, nos toca seguir combatiendo, aún cuando parezcamos solos ante el enemigo.