31 octubre 2024
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El hijo de la Reina Isabel II, Príncipe Andrés, se encontraba a bordo del portaaviones HMS Invincible aquella tarde del 30 de mayo de 1982 y relató su miedo al encontrarse bajo ataque argentino.

Si bien existe desde hace años una famosa entrevista del Príncipe Andrés en la prensa británica sobre su cubo rubik y la cubierta del portaaviones mientras se encontraban bajo ataque, existe otro relato anterior desconocido hasta hoy. Se trata de un breve comentario del príncipe publicado en Portsmouth en octubre de 1982, a pocos meses de finalizada la guerra y titulado: Andrés: ‘nunca olvidaré’.

El relato es muy similar al ya conocido, pero afianza la certeza de los hechos acaecidos el 30 de mayo de 1982.

SOLITARIO

…Pero volvió a hablar serio cuando describió cómo era estar a bordo del buque bajo ataque.
La principal impresión fue de soledad, a pesar de estar entre tantos otros hombres.
Nunca es más solitario que cuando estás acostado boca abajo en la cubierta con misiles volando a tu alrededor y estás por tu cuenta.
En ocasiones me ha aterrorizado pero tengo una máxima simple -y esa es- tener una actitud mental positiva. Me dije a mí mismo, voy a sobrevivir a esto… Iba a decir ‘que pase lo que tenga que pasar’ pero no lo haré…”

Muchos detractores de la teoría del hundimiento del portaaviones (argentinos y británicos), han manifestado a lo largo de los años, que el Príncipe en realidad se refería al ataque del Atlantic Conveyor del día 25 de mayo, o incluso al del 4 de mayo que hundió al HMS Sheffield.

Pues bien, tanto el día 4 como el día 25, el príncipe se encontraba a bordo de su helicóptero, donde pudo observar en el aire los acontecimientos, nunca estuvo en la cubierta del buque. Así lo relata el biógrafo británico Andrew Morton, en su libro de 1983 “Andrew: The Playboy Prince”, donde profundiza en el rol del príncipe como piloto de helicóptero durante el conflicto bélico de Malvinas en 1982.

El 25 de mayo, las fuerzas argentinas lanzaron un ataque con misiles Exocet al portacontenedores Atlantic Conveyor, matando a 12, cerca de la posición del portaaviones HMS Invincible.

El Sr. Morton escribe: “El gigante Atlantic Conveyor fue destrozado por el Exocet. El buque portacontenedores de 695 pies de largo transportaba helicópteros y suministros vitales al Grupo de Trabajo y era protegido por el grupo del portaaviones.
Para el príncipe Andrés, fue un día terrible. Durante toda la tragedia estuvo en el aire, pero totalmente indefenso para evitar la terrible pérdida de vidas. El príncipe dijo: “Estaba en el aire cuando el Atlantic Conveyor fue alcanzado. Vimos el extraño proyectil de 4,5 pulgadas acercarse bastante a nosotros y vi al Invencible disparar sus misiles de defensa (Sea Dart). Normalmente, diría que se veía muy espectacular pero desde donde estaba era muy aterrador. Fue horrible y terrible, algo que nunca olvidaré”.

El príncipe no estaba a bordo del portaaviones, por lo que no pudo haber estado “jugando” con su cubo, pues ese día no hubo tiempo para descansar, dado que la aviación argentina los mantuvo en alerta roja todo el día. Si estaba en el aire, indicaba que ya se estaba al tanto de un inminente ataque. No hubo tampoco alerta de misil en el portaaviones, aunque por el temor que tenía el personal a bordo, se lanzaron en simultáneo 6 misiles Sea Dart desde el portaaviones, averiando el sistema. La aviación argentina aparecía por sorpresa y no daba tiempo de reacción.

El autor también describe cómo el príncipe había estado en el aire cuando el destructor británico HMS Sheffield fue alcanzado por un misil Exocet tres semanas antes del devastador ataque del Atlantic Conveyor.

“La tripulación tuvo solo 20 segundos de advertencia del ataque con misiles antes de que el Exocet impactara en el corazón del barco, convirtiendolo en un infierno al rojo vivo en solo unos momentos. 20 marineros británicos murieron en el infierno que siguió. El príncipe Andrew, que estaba en el aire en el momento del ataque, vio con horror cómo una espesa capa de humo negro se elevaba lentamente desde el Sheffield en llamas”.
El príncipe dijo: “Durante los primeros diez minutos después de que golpearon al Sheffield, realmente no sabíamos en qué dirección girar o qué hacer. Estaba bastante asustado. Fue un espectáculo espantoso. Es algo que nunca pensé que vería jamás: un buque de guerra británico devastado”.

Oficialmente, no hubo ninguna otra fecha en la que el portaaviones estuvo cerca de sufrir algún impacto o se haya anunciado una alerta de ataque.

¿Por qué entonces el Príncipe Andrés relata que hubo órden de ponerse “cuerpo a tierra”, si ello solo pasa cuando los sistemas de defensa son vulnerados y no resta más que esperar el impacto?

Que “cuando se está boca abajo viendo volar misiles, se siente solo, y solamente se dice a sí mismo que sobrevivirá…” solamente lo podría decir alguien que haya estado en tal situación. Pero oficialmente, no existió ningún ataque al portaaviones Invencible como el que describe el príncipe.

Sin embargo, del otro lado del océano, dos testigos nos relatan hechos que coinciden a la perfección con lo manifestado por el príncipe a lo largo de los años. Ureta e Isaac son los únicos testigos argentinos del ataque, han aseverado haber visto el humo salir del portaaviones producto del impacto del misil Exocet, y además, al menos Isaac haber arrojado tres bombas y sus 200 municiones (los proyectiles que relata Andrew).

Los relatos de ambos bandos coinciden, no tienen diferencias y son concluyentes. Incluso, ambos relatos se produjeron al poco de suceder los hechos y fueron ratificados a lo largo del tiempo. No cambiaron. Andrew expresó sus dichos por primera vez ni bien finalizó el conflicto al llegar a Portsmouth y los mantuvo en el tiempo. Lo mismo hicieron Ureta e Isaac al describir el momento cúlmine del ataque.

Un indicio más, para probar que el ataque al portaaviones “Invencible” sucedió y Gran Bretaña aún oculta el hecho. Y que si el ataque existió, las averías producidas hubieran sido imposibles de disimular. Por lo que el portaaviones se hundió o fue hundido para ocultar la humillación británica. Y que entonces, las cargas nucleares que poseía el buque, aún permanecen allí… en nuestro Atlántico Sur, con el riesgo ambiental que ello implica para toda la fauna marina.