21 noviembre 2024
fatima

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La Virgen María realiza revelaciones sobre castigos divinos que caerán sobre la humanidad si ésta no se arrepiente y convierte, y anuncia el triunfo final de su Inmaculado Corazón…

El 13 de octubre de 1917, en su última aparición, setenta mil testigos presencian un hecho conocido a partir de allí como “el milagro del sol”.

En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130 kilómetros al norte de Lisboa, casi en el centro de Portugal. Hoy Fátima es famosa en todo el mundo y su santuario lo visitan innumerables devotos.

Cova de Iria era un paraje despoblado cuando se apareció la Virgen a los tres niños. Cova de Iria se sitúa a unos tres kilómetros de Fátima y de Aljustrel. Ya durante los seis meses que duraron las apariciones Cova de Iria se convirtió en la meta de muchas peregrinaciones y comenzaron a fluir multitudes.
Ahí se erigió la capilla de las apariciones, se dispuso una explanada y se construyó una basílica.

Allí, la Virgen se manifestó a niños de corta edad: Lucía, de diez años; Francisco, su primo, de nueve años, un jovencito tranquilo y reflexivo, y Jacinta, hermana menor de Francisco, muy vivaz y afectuosa. Tres niños campesinos muy normales, que no sabían ni leer ni escribir, acostumbrados a llevar a pastar a las ovejas todos los días. Niños buenos, equilibrados, serenos, valientes, con familias atentas. Los tres habían recibido en casa una primera instrucción religiosa, pero sólo Lucía había hecho ya la primera comunión.

Los tres pastorcitos, después de haber sido preparados por el ángel de Portugal, reciben la visita de la Madre del Cielo, María Santísima, quien se da a conocer como la Virgen del Rosario y les muestra su Inmaculado Corazón.

26 de junio de 2002 – El Cardenal Bertone, en representación del Vaticano, hace público el mensaje del tercer secreto de Fátima que debía haberse publicado en 1960. A partir de allí surge una discusión con los “fatimistas” que opinan que no se reveló todo, que hay una parte que no se reveló aún, y que sigue hasta nuestros días.

Las frases siguientes son los conceptos centrales de la aparición.

“Orad, orad mucho y haced sacrificios por los pecadores. Son muchas almas que van al infierno porque no hay quien se sacrifique y ruegue por ellas” (19 de agosto de 1917)

“Es necesario que se enmienden, que pidan perdón de sus pecados… ¡No ofendan más a Nuestro Señor, que está ya muy ofendido!” (13 de octubre de 1917)

“Para salvar a los pecadores, el Señor quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón” (13 de julio de 1917)

“A quien abrazare la devoción a mi Inmaculado Corazón, prometo la salvación” (13 de junio de 1917)

“Vendré a pedir la consagración del mundo a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora en los primeros sábados de mes” (13 de junio de 1917)

María les muestra el infierno a los tres niños, que ante el horror miraron a la Virgen con sus rostros demudados. Nuestra Madre Celestial les dijo que para evitar que mucha gente pierda su alma y fuera allí, Dios quería instaurar la devoción al Corazón Inmaculado de María, ya que a través de la misma se podrán salvar a muchas almas (primera parte del mensaje).

También advierte sobre el peligro del comunismo ateo, y pide la Consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María, como freno a la difusión del error por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia.

María anuncia mucho sufrimiento al Papa y a la Iglesia.

Finalmente, la Virgen realiza una advertencia: si los hombres no se convierten y arrepienten, ya no podrá detenerse el castigo de Dios a tanta ofensa y traición a su amor. Un gran castigo se abatirá sobre la humanidad, varias naciones serán aniquiladas, habrá guerra, hambre y persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre (segunda parte del mensaje).

La Madre de Dios hizo estos pedidos en vista de la situación religiosa en que se encontraba el mundo en la época de las apariciones, es decir, en 1917.

Si ese pedido fuese oído, la humanidad conocería la paz. En caso de que no fuese oído, vendría otra guerra aun más terrible.

Y, en caso de que el mundo continuase sordo a la voz de su Reina, una suprema hecatombe de raíz ideológica y de proporción universal, implicando una grave persecución religiosa, afligiría a todos los hombres, trayendo grandes sufrimientos para el Romano Pontífice: Rusia esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y personas contra la Iglesia. El Santo Padre tendrá mucho que sufrir.

Consagración de Rusia pedida por la Virgen en Fátima aún sin realizarse

En la tercera de Sus seis apariciones en Fátima, el 13 de julio de 1917, la Santísima Virgen dijo a los tres niños pastores que volvería para pedir la Consagración de Rusia a Su Inmaculado Corazón. Nuestra Señora enfatizó la importancia de ese pedido, que fue acompañado por una terrible advertencia:

‘Si atendieran mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán aniquiladas. Por fin, Mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre Me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz.’

Estas son las palabras de la Madre de Dios, como las relató la Hermana Lucía en sus memorias sobre las apariciones, publicadas por primera vez en los 1940’s.

El pedido se hace

En junio de 1929, Nuestra Señora se apareció a la Hermana Lucía en su convento en Tuy, España. Como lo había prometido, la Santísima Virgen pidió la consagración que Ella había mencionado 12 años antes en Fátima. Las palabras de Nuestra Señora quedaron registradas en las memorias de la Hermana Lucía:

Ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre que haga, en unión con todos los Obispos del mundo, la consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón, prometiendo salvarla por este medio. Son tantas las almas que la justicia de Dios condena por pecados cometidos contra Mi, que vengo a pedir reparación; sacrifícate por esta intención y reza.

Nuestro Señor agrega una advertencia

Dos años más tarde, en el verano de 1931, la urgencia del pedido quedó resaltada por otra visita. Esta vez, Nuestro Señor mismo habló a la Hermana Lucía, y le transmitió una advertencia sobre la consagración de Rusia:

Participa a Mis ministros que, en vista de que siguen el ejemplo del Rey de Francia, en la dilación de la ejecución de mi petición, también lo han de seguir en la aflicción.

No han querido atender Mi petición… Al igual que el Rey de Francia se arrepentirán, y la harán, pero ya será tarde. Rusia habrá ya esparcido sus errores por el mundo, provocando guerras y persecuciones a la Iglesia. ¡El Santo Padre tendrá que sufrir mucho!

Esa fue una referencia a Luis XVI, quien faltó a la consagración de Francia al Sagrado Corazón de Jesús, y más tarde fue destronado por la Revolución Francesa y decapitado en 1793.

Otra advertencia

En la primavera de 1936, Nuestro Señor dijo a la Hermana Lucía que la conversión de Rusia solo ocurriría cuando fuera pública y solemnemente consagrada al Inmaculado Corazón de María por el Papa, junto con todos los obispos del mundo. Nuestra Señora vino a decirle a la Hermana Lucía que a menos que “esa pobrecita nación” fuera con consagrada como había sido pedido, Rusia se volvería el instrumento del castigo mundial.

Una consagración — pero no como se había pedido

En octubre de 1942, en lo más recio de la IIa. Guerra Mundial, el Papa Pío XII llevó a cabo una consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María. El no hizo mención de Rusia, ni participó ninguno de los obispos del mundo en la ceremonia. En la primavera siguiente, como la guerra continuaba, Nuestro Señor dijo a la Hermana Lucía que la paz mundial no resultaría de esa consagración del Papa, pero que la guerra se acortaría.

Pedido insatisfecho: la Hermana Lucía

A mediados de 1952, en el furor de la Guerra de Corea, el Papa Pío XII realizó otra consagración. En esa oportunidad, él mencionó específicamente a Rusia, pero no pidió a ninguno de los obispos del mundo católico que se le uniera en la ceremonia. Sin esa participación, la consagración todavía no satisfizo el pedido de Nuestra Señora.

Surge otro obstáculo

Una década más tarde, en el otoño de 1962, la apertura del Concilio Vaticano Segundo creó un nuevo obstáculo para realizar la consagración. Para obtener la aprobación de Moscú a la asistencia de dos observadores de la Iglesia Ortodoxa Rusa, el Vaticano acordó formalmente no condenar a la Rusia Soviética ni al Comunismo en general en el Concilio. Esa decisión lanzó la llamada ‘Ostpolitik’, por la cual el Vaticano se obligaba a no oponerse al Comunismo por su nombre, ni a condenar a los regímenes comunistas que persiguen a los católicos. En su lugar, la Iglesia se comprometía al diálogo y a negociaciones con esos gobiernos. Esa política fue un apartamiento radical de la oposición largamente sostenida por la Iglesia contra el ateísmo comunista y el tratamiento represivo de los católicos dentro del bloque soviético. Durante la mayoría de las dos décadas que siguieron, la cuestión de la consagración fue relegada al margen y desapareció de la agenda vaticana.

Una petición ignorada

A fines de los 1970’s, el Cardenal Josyf Slipyj lanzó una petición pública procurando la consagración de Rusia como la había pedido Nuestra Señora de Fátima. En solo tres años, la petición acumuló más de tres millones de firmas. Esa súplica masiva de los fieles fue enviada al Vaticano en 1980. Se la ignoró y nada se hizo al respecto.

Otra consagración que omite a Rusia

Mientras se estaba recobrando de las heridas sufridas en el fallido intento de asesinato, el Papa Juan Pablo II realizó otra consagración al Inmaculado Corazón en junio de 1981. Sin embargo, la redacción se refirió al mundo, sin mencionar a Rusia específicamente, y no se pidió la participación de todos los obispos del mundo. Así, esa consagración dejó una vez más de satisfacer el pedido de Nuestra Señora, aunque el Papa atribuyó a Nuestra Señora de Fátima el haberlo salvado del ataque asesino.

La Hermana Lucía habla una vez más

Un año más tarde, en mayo de 1982, el periódico vaticano L’Osservatore Romano publicó un artículo sobre la Hermana Lucía, del Padre Umberto María Pasquale, un sacerdote salesiano que la conocía desde 1939. El P. Pasquale relató que la Hermana Lucía le dijo enfáticamente que Nuestra Señora nunca había pedido la consagración del mundo, sino solamente la de Rusia. El sacerdote también publicó un reproducción fotográfica de una nota escrita a mano que le enviara la Hermana confirmado ese punto.

El Papa hace una admisión

Al día siguiente de aparecido el artículo, el Papa Juan Pablo II visitó Fátima, donde nuevamente consagró el mundo al Inmaculado Corazón de María. Pocos días más tarde, en un artículo en L’Osservatore Romano, el Papa explicó por qué no había mencionado Rusia específicamente, diciendo que había “tratado de hacer todo lo posible en las concretas circunstancias”. Eso se interpretó por mucha gente como que él quiso decir que no podía violar los términos de la política vaticana de conciliación con Rusia.

Nuestra Señora todavía está “esperando nuestra consagración”

Dos años más tarde, esa aproximación evasiva fue observada nuevamente cuando el Santo Padre consagró una vez más el mundo al Inmaculado Corazón de María en una ceremonia en Roma ante 250.000 personas, en marzo de 1984. Pero esta vez, el Papa mostró más claramente su posición. Apartándose del texto preparado, pidió a Nuestra Señora de Fátima, “ilumina especialmente a los pueblos para los que Tu Misma estás esperando nuestra consagración y confianza”. El Papa reconoció así, públicamente, que la consagración pedida por Nuestra Señora todavía no había sido realizada. Estas palabras fueron incluidas en un relato oficial del evento en L’Osservatore Romano el 26 de marzo de 1984. Un relato similar apareció al día siguiente en Avvenire, el periódico de los obispos italianos, describiendo la oración del Papa en San Pedro varias horas después de la ceremonia de consagración, en la que pidió a Nuestra Señora que bendijera “a aquellos pueblos para los cuales Tu Misma estás esperando nuestro acto de consagración y encomienda”.

Habla un estudioso de Fátima

También en 1984, el Padre Messias Coelho, un estudioso de Fátima de muchos años, insistió públicamente en que el pedido de consagración todavía no había sido cumplido. Cinco años más tarde, el P. Coelho iba a revelar que dignatarios vaticanos habían dirigido instrucciones a la Hermana Lucía y a otros de contradecir esa afirmación, y de reivindicar que la consagración había sido verdaderamente cumplida.

Un Cardenal concuerda con la Hermana Lucía

En setiembre de 1985, en una entrevista de la revista Sol de Fátima (publicada por el Ejército Azul en España), la Hermana Lucía confirmó que la consagración todavía no había sido realizada, porque la ceremonia de 1984 no mencionó a Rusia, y los obispos del mundo católico no participaron. Posteriormente, en ese mismo año, el Cardenal Edouard Gagnon reconoció en otra entrevista que la consagración no había sido realizada como se había pedido. Más tarde, el Cardenal objetó la publicación de sus comentarios, aunque no negó haberlos hecho.

Confirmación de una prima

Durante muchos años, la prima de la Hermana Lucía, María do Fetal, dijo públicamente que la Hermana Lucía le había manifestado que la consagración no había sido realizada. María do Fetal continuó sosteniendo esa posición hasta mediados de 1989, en que repentinamente revirtió su testimonio, de acuerdo a la “instrucción” vaticana revelada por el P. Coelho.

Mas confirmaciones de Cardenales

En una breve entrevista fuera del convento, mientras votaba en una elección en el verano de 1987, la Hermana Lucía confirmó al periodista Enrico Romero que la consagración no había sido realizada. Su punto de vista fue confirmado unos pocos meses más tarde por el Cardenal Paul Agustin Mayer, en una audiencia con una docena de dirigentes católicos, entre ellos el periodista católico Víctor Kulanday, y nuevamente por el Cardenal Alfons Stickler un mes mas tarde. El Cardenal Stickler sostuvo que el Papa no había realizado la ceremonia como estaba pedido, porque el pontífice careció del necesario apoyo de los obispos del mundo. “Ellos no le obedecen,” explicó.

Los obispos alzan sus voces

Como el Vaticano había ignorado peticiones con más de tres millones de firmas de laicos, el P. Nicholas Gruner, el “sacerdote de Fátima”, se dirigió a un grupo mucho menor pero más influyente. En 1989, el sacerdote obtuvo la confirmación escrita de 350 obispos católicos de su voluntad de realizar el pedido de consagración de Rusia específicamente. Ese mismo año, también fueron enviadas a Roma peticiones con otro millón de firmas de fieles pidiendo la consagración.

El Vaticano confundido por el “humo de Satán” da un nuevo giro a Fátima

En el verano de 1989, en el Hotel Solar da Marta, en Fátima, el antiguo amigo de la Hermana Lucía, P. Coelho hizo una revelación sorprendente. El dijo a varios testigos que la Hermana Lucía y las religiosas de esa comunidad, habían recibido instrucciones del Vaticano de decir que el pedido de Fátima había sido satisfecho por la consagración realizada en 1984. Por evidente obediencia, la prima de la Hermana Lucía, María do Fetal, repudió repentinamente sus declaraciones anteriores, y manifestó que la consagración había sido hecha. Esa declaración contradijo rotundamente las propias afirmaciones hechas por el Papa en sus oraciones durante y después de la ceremonia de 1984.

María do Fetal mostró entonces cuan poco confiable era como testigo, cuando en obediencia a la Línea del Partido, proclamó que “estaba inventando” cuando relató que la Hermana Lucía había dicho que la consagración de 1984 no satisfizo el pedido de Nuestra Señora.

Una oportunidad perdida

Después de otra década de inacción, el Vaticano preparó una vez más para realizar una consagración. Con más de 76 Cardenales y 1.400 Obispos reunidos en Roma para “el Jubileo de los Obispos”, en octubre del 2000, se presentó una oportunidad de oro para realizar la ceremonia. Algunos obispos creyeron verdaderamente que por fin tendría lugar el evento largamente esperado, pero ellos fueron condenados a la decepción. Cuando el texto de la consagración fue revelado el día anterior a la ceremonia, pudo observarse que no hacía mención de Rusia en absoluto, sino solamente “encomendaba” varios grupos de gentes, incluyendo los desempleados y “la juventud en búsqueda de contenidos”.

La “Ostpolitik” confirmada

Un mes más tarde, la revista Inside the Vatican (Dentro del Vaticano) informó que un Cardenal que dijo ser “uno de los estrechos consejeros del Papa” admitió que el Santo Padre había sido aconsejado de no mencionar a Rusia, por temor a ofender a la Iglesia Rusa Ortodoxa. Eso produjo un alto grado de confirmación que la “Ostpolitik” y el “Ecumenismo” del Vaticano estaban realmente impidiendo la consagración específica de Rusia.

Ninguna conversión visible

Si la consagración fue realizada en 1984, como algunos dignatarios vaticanos pretenden, la prometida conversión de Rusia ya debería ser, seguramente, evidente. Pero tal evidencia no aparece. En su lugar, en Rusia hay dos abortos por cada nacido vivo, y la Iglesia católica está acorralada por restricciones legales imposibles. A los obispos y sacerdotes católicos no les está siquiera permitido llegar a ser residentes permanentes, y solo pueden visitar el país por períodos de tres meses por vez. Y desde hace varios años, el presidente ruso Vladimir Putin ha erigido un verdadero estado autoritario neo-stalinista— silenciando a la mayoría de los medios de comunicación y obstaculizando a sus mayores oponentes políticos con criminales acusaciones e investigaciones. El columnista del New York Times, William Safire llama a esto “el golpe progresivo de Putin”. Al mismo tiempo, Rusia está desarrollando toda una nueva generación de misiles nucleares, que Putin promete serán imparables por cualquier defensa misilística.

Como observó el Washington Post en el 2003: “Debemos reconocer que ha habido una masiva abolición de los derechos humanos y la imposición de facto en Moscú de una administración al tipo de la existente durante la Guerra Fría”. En un reciente informe al Congreso de los E.E.U.U., el congresista republicano Christopher Cox dijo la verdad que el Padre Fox nunca declara en su revista “no se preocupe, sea feliz”: “Rusia no disfruta de un sistema político abierto, competitivo, que proteja la libertad de expresión y de asociación, y su gobierno no mantiene normas universales de derechos humanos”. El analista ruso Nikolai Zlobin del Centro para la Información de Defensa lo expresó muy simplemente: “Estamos peleando una suerte de nueva Guerra Fría.”

Claramente, Rusia continúa “esparciendo sus errores por el mundo” como lo profetizó Nuestra Señora de Fátima. Aquellos que pretenden que la consagración fue hecha hace casi dos décadas, deben, por lo tanto, explicar como no produjo los resultados que prometió la Madre de Dios. ¿Falló Nuestra Señora? ¿O el Vaticano no respetó sus deseos? Estas son preguntas que millones de católicos continúan haciéndose, a pesar de décadas de maniobras y manipulaciones dirigidas a eludir la cuestión. El Papa Juan Pablo II declaró públicamente que el Mensaje de Fátima “impone una obligación a la Iglesia”. Hasta tal punto la Iglesia ha dejado de cumplir esa obligación, que todo el mundo está sufriendo las consecuencias.

Con francisco tampoco

Si Juan Pablo II intentó consagrar a Rusia, pero al no hacer mención explícita fracasó, otro tanto sucede durante el papado de Francisco. En octubre de 2013, los medios de prensa titularon que Francisco consagró al mundo a la Virgen de Fátima (cuya imagen original se llevó desde Portugal a Roma). Sin embargo en el texto de “consagración”, no se menciona palabra alguna a Rusia ni a Fátima. Se trató más bien de una oración pero no un acto de consagración.

Al momento, no ha habido más intentos o supuestos intentos de consagración de Rusia. Las palabras de Nuestro Señor Jesucristo a Sor Lucía en Rianjo parecen aún vigentes, y mientras tanto, Rusia prosigue expandiendo sus errores por el mundo entero.