23 noviembre 2024
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Rubén Marchetti, sub oficial retirado y Veterano de la Guerra de Malvinas, pasó por Malvinas, 40 Historias, en Radio Gráfica. En 1982 era sargento de la Compañía “C” del Regimiento de Infantería 4, pero en las islas le ordenaron embarcarse en el buque “Monsunen”, en el que estuvo a cargo de la artillería antiaérea.

Lucas Molinari: Del 2 de abril de 1982, ¿qué recuerdo tenés?

Rubén Marchetti: Una alegría espectacular porque yo me encontraba en mi unidad de origen. Fue despertarse en casa y ya sabíamos de la noticia de que Argentina había recuperado las Islas. Una cosa que nos enseñaron nuestras antiguas maestras con respecto a la soberanía, a Malvinas. Siempre nos hablaban de Malvinas. Fue una alegría enorme.

LM: ¿Acá en Buenos Aires?

RM: Sí, sí.

LM: Cuando charlamos con distintos veteranos algunos dicen que se hablaba mucho de Malvinas, y otros no. Era distinta la experiencia sobre cuánto se laburaba a nivel escolar. Es una discusión pendiente sobre cuánto se habla, porque debería ser una materia obligatoria.

RM: Malvinas tendría que ser una materia obligatoria en todos los niveles educativos. Desde el jardín de infantes. Ya los chicos centrarlos en el tema soberanía, en el tema nacionalista, patriótico y de ahí en más. Con las canciones patrias, Aurora y el Himno. Yo hay muchas veces que voy a algunas escuelas y veo que a Aurora la balbucean u otros saben más. Son materias pendientes que hay que modificar.

LM: ¿Recibiste con alegría la noticia de la recuperación?

RM: Exacto. Una alegría enorme porque para mí, al ser un hombre de las Fuerzas Armadas y que el pueblo argentino había puesto sus recursos para que yo algún día pudiera defender a la Nación, me veía muy próximo a todo eso.

LM: ¿Qué edad tenías?

RM: Tenía 27 años y era Sargento de Infantería.

LM: ¿Cuándo habías ingresado?

RM: En el año 70. Y egresé en el 72

LM: ¿Se veía venir? Porque cuando uno escucha a muchos ex combatientes, refieren a la cuestión de la improvisación y a que “no se preparó tan bien” lo que hicieron sobre todo los altos mandos. Después, el informe Rattenbach da cuenta de algo de lo que muchos se sorprendieron. De hecho muchos nos dicen eso, el 2 de Abril no se venía venir.

RM: No. Yo lo escuché mientras estaba en casa por desayunar y volver a ir a la unidad. Estaba en el baño, afeitándome, mientras escuchaba la famosa radio Spica y ahí me enteré de la noticia de la recuperación de Malvinas. Para nosotros, inclusive dentro de la unidad, fue una cosa de sorpresa. Se manejó de manera muy cerrada en el mando de las tres fuerzas armadas.


Juan Natalizio: Cuando recibiste la noticia de que vas a Malvinas, ¿cómo fue ese momento y el cruce a las Islas? Vos después vas a ser destinado al Monsunen.

RM: Llegó un radiograma a la unidad. Nos convocó el director del Instituto donde yo estaba y en la oficina de él nos dio, a los distintos regimientos, dónde íbamos de acuerdo al radiograma militar, que venía desde el Estado Mayor General del Ejército.

Cuando a mí me dicen Regimiento 4 de Infantería de Monte Caseros, Corrientes, me callé la boca y no dije nada en ese momento. Pero cuando el Coronel dijo “¿alguien tiene que hacer una pregunta?”, levanté la mano y dije “mi coronel, yo no quiero ir al 4, yo quiero ir al sur, quiero ir a Malvinas”.

El Teniente Coronel que era el Segundo Subdirector me dice “quédese tranquilo que el 4 va a viajar a Malvinas, pero a la orden no la podemos cambiar porque viene del Estado Mayor del Ejército”.

De ahí fuimos a buscar el armamento y el equipo. Dormimos, hicimos noche en la unidad y a la otra madrugada me llevaron a la Escuela de Infantería

LM: ¿Cuál era tu especialidad?

RM: Infante. Era jefe de grupo en ese momento, Sargento Jefe de grupo, después cuando ascendés podés ser Jefe de Sección.

LM: Cuando llegaste a Malvinas hubo un cambio de rol.

RM: Cuando llegué a Malvinas hubo un cambio de rol. Armamos la Compañía C en el Regimiento 4, era el jefe de los Cañones Czecalski 105 sin retroceso, de la sección de apoyo de la Compañía C. La primera noche hicimos un campamento cerca de Lady Elizabeth, a la salida del aeropuerto e hicimos una caminata a Monte Wall, con todos los soldados, todo el regimiento.

LM: ¿Cuántos kilómetros son esos?

RM: Aproximadamente calculo que eran unos 40 kilómetros desde el aeropuerto hasta Monte Wall. Cuando llegamos no teníamos los equipos porque los traían en los camiones. El jefe de compañía ordenó al Subteniente Pérez Grandi, al Cabo y diez soldados de la sección que vayamos a un unimog y presentarnos en Puerto Argentino. En ese momento en lo que era el hipódromo donde se corrían carreras y donde estaba el batallón de aviación guardaban la munición debajo de las tribunas y los barriles de JP1.

JN: ¿Te van a convocar para otra misión?

RM: Cuando regresé el mismo Capitán me impartió la orden “ya que estuviste en Puerto Argentino, conocés todos los sectores y demás, tenés que cumplir otra misión. Tomá una ametralladora de tu sección, dos soldados, dos cajones de munición. Allá abajo te está esperando un mayor. Vas hasta Puerto Argentino y ahí te van a impartir la orden”.

Bajé con los soldados, me presenté al mayor rumbo a Puerto Argentino. Cuando llegamos, fuimos a la zona de muelles y vi un barquito pintado de verde con una franja blanca. “Ahí tiene que embarcar. Cumple la misión de defensa antiaérea. Cuando el buque regrese a Puerto Argentino, regresa a su unidad”.

Y yo dije “¿ahí tengo que ir?”. Me contestó que “En órdenes del General Menéndez usted es el nuevo artillero de ese buque. Pero un soldado se queda”.

Y le digo “¿vos sos cocinero, no?’. Vos te quedás conmigo y vos te vas con el mayor”. Me quedé con el cocinero, el abastecedor que es Godoy, y los dos subimos al buque.

Cuando subimos al buque nos entrevistó el Segundo Comandante, el Oficial Vázquez. Me presenté “en órdenes del general Menéndez vengo a presentarme como artillero del buque”. Vázquez me dice muchos años después “Cuando te vi con la Mag, el soldado, los dos cajones de municiones no sabía si reírme o ponerme a llorar, porque ¿qué íbamos a hacer con eso?”

Era más una cuestión de moral para decir que tenemos un armamento más pesado, en pleno mar con una Mag contra una fragata tipo 42 no podés hacer nada.

LM: Estamos hablando del buque Monsunen. Dijiste “un barquito”…

RM: Claro, porque lo vi y tiene 30 metros de eslora, 8 metros de manga y 5 metros de calado. Una sola hélice y navegaba entre 5 y 7 nudos. Estos términos navales los aprendí de mis compañeros de la Armada porque yo no antes no lo sabía. Para diferenciar era un buque pequeño. Era una cáscara de nueces navegando en el Atlántico Sur.

LM: ¿Nunca habías estado embarcado?

RM: Nunca había estado embarcado, ni tampoco Godoy porque era correntino.

LM: Ahí está la improvisación de la que hablamos, porque Menéndez mismo, que era el gobernador, es el que te da la orden.

RM: Impartió la orden porque estuvieron, anteriormente, ocho horas parados porque estaba un submarino buscándolo para hundirlo. Lo habían atacado aviones Harrier. Se encontraban imposibilitados de una defensa rápida como para aviones o helicópteros. Cuando Menéndez lo felicita al comandante le dice que necesitaban una defensa antiaérea, un artillero. Y ahí me mandan ahí.

LM: ¿En qué fecha te embarcaste?

RM: El 6 de mayo.

JN: Vos tenías experiencia para la utilización del armamento. ¿Cómo artillero tenías experiencia?

RM: Cuando te dicen artillero de buque vos pensás una 12-7, también tengo experiencia. La artillería tiene que estar emplazada dentro del buque. Pero cuando me fijé el único armamento pesado era la Mag que tenía yo, además que, en ese momento, embarcaba la Sección del Teniente Taranto que iba a Puerto Howard y había un par de Mag más que se pudieron distribuir para un eventual ataque. Cuando desembarcó esta sección en Howard quedó la Mag mía, más los fusiles de la unidad, del Monsunen.

JN: ¿Cuál fue tu primera misión?

RM: La primera misión fue llevarnos el mismo día que yo embarqué, de noche, que zarpó a Puerto Howard.  Estuvimos unos dos días navegando con mar tranquilo, sereno, noches claras, sin mayor problema porque todavía el enemigo no estaba, no había desembarcos, ni estaban las proximidades.

Cuando llegamos al Regimiento 5 que era de Mercedes, Corrientes, que se encontraba en la Gran Malvinas al norte, en Puerto Howard (que después lo bautizaron Yapeyú o Mitre a ese puerto), se desembarcan los cañones Czekalski 105, más munición, tropa y víveres.

Esos víveres, el Regimiento 5 fueron los únicos que tuvieron en todo el conflicto. Desde ahí en más tuvieron que hacer que esos víveres lleguen hasta el final del conflicto.

JN: El 23 de mayo es atacado el Monsunen.

RM: Nosotros en Puerto Howard una vez que hacemos el alije, se baja todos los víveres y la tropa, al otro día zarpamos con destino a Bahía Fox. Ahí estaba el Buen Suceso que había sido cañoneado por Harriers y parte de las máquinas estaban andando parcialmente, pero se había sentado en el lecho del mar. Se hundió en el lecho del mar, pero el resto del barco funcionaba.

Ahí el comandante nos da ropa de marina porque nosotros con la ropa del Ejército en el mar teníamos bastante frío. Nos vuelve a vestir con ropa de Marina, nos da unos overoles bien frizados, lindos y botas de Marina que con eso zafamos.

Allí pasan del Bahía Buen Suceso al Monsunen 150 barriles de JP1, que es combustible para avión, munición de 105 cañones de artillería, que se llenó toda la bodega de eso y bolsas de harina arriba. Destino Puerto Argentino. Ya ahí regresaba y me iba a mi unidad.

Al segundo día, hablando con el contramaestre del Bahía Buen Suceso, me dice “parece que hoy salimos. Ves esas ovejitas que están allá en la bahía, esas son olas de entre cuatro o cinco metros. Vamos a volver porque este barquito no va a soportar”.

Bajamos, preparamos todo y salimos. El único divertimento que teníamos con Godoy, parecíamos chicos, nos cruzábamos de brazos en la proa y veíamos como los delfines y los pingüinos jugaban en la proa del Monsunen. Hasta que empieza a salir de la bahía y empieza a cabecear. Se hundía la proa y volvía a salir, sin que ingrese el agua al buque. Pero nosotros veíamos que el mar se asomaba más hacia nuestras caras.

Nos volvimos a ubicar donde estaba la Mag, con nuestros salvavidas, porque la teníamos atadas para evitar que se nos caiga. Comenzamos a ver, con Godoy, que las olas lo pasaban por atrás y cuando el barco giraba hacia la izquierda o derecha, él veía como me pasaban las olas por atrás. Pero en ningún momento hubo olas mojaron o penetraron el buque.

Cuando vimos eso, había llegado inclusive el momento de que el buque al cabecear quedaba con la proa levantada y se sentía la hélice que hacía ruido seco en el aire. Cuando el Comandante ve que la situación no daba para más empieza a volver, a hacer un giro grande donde ahí sí, el mar nos pegó un palizón porque nos agarraban olas de todos lados, hasta que volvimos a recabar en el Golfo donde está el Puerto.

Godoy y yo estábamos blancos, en ningún momento nos descompusimos, ni nada, pero el susto y el saber que nos iba a pasar en ese momento.

JN: ¿Ustedes llegan y desembarcan el material?

RM: Esperamos una noche más y al otro día a la mañana zarpamos con dirección a Puerto Argentino. Cruzamos el estrecho San Carlos y en la madrugada, a la 1:00 de la mañana del día 23 de mayo yo estaba de guardia en la ametralladora, había mandado a Godoy a descansar, porque estábamos descansando ahí al lado de la ametralladora y yo le dije “anda a dormir al camarote”, que nos habían dado que ni lo usamos.

Me quedé y a la 1.30 el Comandante dice “¿quiénes están con la ametralladora? ¡Alerta amarilla! ¡Helicóptero enemigo!”.

Le pegué un grito a Godoy que estaba cerca, destrabamos la ametralladora, la ajustamos, la pongo en mi cintura, enganché la correa en el hombro, Godoy se coloca de abastecedor y sentimos los paletazos del helicóptero.

El mar era sereno, mar de aceite que le llaman los marinos, la noche clara, veíamos los cerros porque el Monsunen, al ser de poco calado, iba bordeando siempre las costas para evitar algún problema mayor.

Cuando vimos que apareció por la proa, abrí fuego con la ametralladora, regulé el tiro de las trazantes porque primero le empiezo a errar en la trompa, pero después lo arreglé y abren también fuego algunos fusileros del puente.

El helicóptero empezó a largar humo negro y comenzó a salir fuego del fuselaje. Gira hacia la derecha y cae en la costa. Ahí es donde hay un silencio, bajo la ametralladora y Godoy me dice “mi Sargento, ¿qué va a pasar ahora?”. Le digo “nada Godoy quédate tranquilo no va a pasar nada, vamos a estar bien”.

En ese momento sentimos como un cañonazo. Un sonido hueco. Y vemos que sale de una fragata que le veíamos las luces, teníamos una al norte y una al sur, era como que nos habían encerrado. Una bengala. Esa bengala explotó poco alejada del buque y otro segundo estallido de la bengala lo ponen justo arriba del buque.

Nos iluminan completamente. Nos veíamos la cara, todo. Una iluminación espectacular. Siento un cañonazo y vemos venir una bola roja y después cuatro cañonazos más.

Tenía a Godoy enfrente mío y él le estaba dando la espalda a la baranda. Veo venir los cuatro proyectiles en escala uno detrás del otro. Cuatro bolas rojas. Cierro los ojos y pienso “uy nos pegan”. Era una cosa que venía directamente al buque. En eso bajé la vista, veo a Godoy y en ese momento veo la imagen de la virgen de Luján en el cielo.

Cuando la veo, que fue como un segundo, al lado de los proyectiles, comienzan a perder fuerza y como nos iban a pegar, caen aproximadamente en unos 100 metros antes. Explotan y el buque se mueve.

Después, con el tiempo, nos enteramos que era la Yarmouth y la otra la Brilliant, tipo 42, que nos venían buscando hace rato y que nos querían capturar para ellos. No entendían cómo el barquito este, el Monsunen, estaba en todos los puertos sin ningún tipo de problema.

Cuando el buque se dirigía a la costa, se nos acerca el Guardiamarina Leman, que era el Tercer Oficial de Comunicaciones y nos explica cuál era la situación. Nos dijo que nos teníamos que agarrar fuerte donde nos pudiéramos porque cuando se clavara el buque en la costa nos iba a despedir de tal fuerza que íbamos a empezar a rodar por la cubierta. Cosa que pasó.

Me agarré de unas amarras que estaban, unas bochas de hierro que están adentro de la cubierta que no se como se llamaban, pero cuando el buque se clavó en la roca porque sentimos ruido a piedra, a fierro retorcido, empezamos a rodar por cubierta, Godoy el guardiamarina y yo.

El comandante da la orden de abandonar el buque. El “sálvense quien pueda”. El guardiamarina se quedó con nosotros y lo ayudé a levantar una balsa salvavidas. De acuerdo a las instrucciones que él me gritaba, lo ayudé. La ponemos en la baranda, la atamos, la tiramos al mar.

Eso quedó como un recuerdo. Siempre me dice Leman “Marchetti no sabe los kilos que levantamos en esa balsa porque se levanta entre cuatro”. Y nosotros dos la levantamos, la pusimos en la baranda y la tiramos al mar. En la desesperación, en la adrenalina, en ese momento, no sé de dónde sacas fuerzas.

La tiramos al mar, Godoy sale corriendo hacia la proa, se agarra de un amarra y cae. Cuando cae, pegó en una roca que le da en el chaleco salvavidas, pero se lastima una pierna. Yo me tiré a la balsa. Me gritó otro que había dentro del buque, que prácticamente estaba pegada al bosque, ¿quién está? Se tira el Cabo Brunetti. Cayó arriba mio,lo ayudé a entrar y empezamos a remar con las manos. Otra cosa no se me ocurría.

Las manos se nos empezaron a endurecer del frío. Nos gritaron de la costa que nos tiremos al mar porque teníamos la hélice girando al lado de nosotros y nos estaba llevando para succionar la balsa. Nos tiramos al mar y nadamos 20 metros que era interminables, parecía agujas que se nos clavaban o cuchillos en el cuerpo el frío.

Me agarré de una roca, llena de berdin. Quería subirme, pero patinaba. Los cachiyuyos que son las algas que están ahí en la costa me enganchaban de piernas y cuando la ola retrocedía me tiraba para abajo. No podía salir hasta que uno me levantó.

Cuando me levanté y logré  salir, lo primero que hago es pegar el grito de dónde estaba Godoy. Me grita que estaba lastimado. Lo levanté en el hombro mío, le pregunté qué le pasaba y me dijo que no podía caminar porque le dolía la pierna. “Correntino dale que tenemos que salir de acá”, le dije.

Lo levanté y empezamos a salir. Todo bajo fuego enemigo porque nos estaban tirando hasta con los borceguíes los ingleses. Se ve que tenían la orden de hundirnos.¿Por qué no nos hundieron? Porque Caleta Foca es una caleta de rocas, entonces a ellos les reflejaba roca. No le reflejaba la silueta del buque. Entonces por eso no nos pegaron.

JN: En un momento se cae un suboficial al agua de buque y Nacho Bazán, alguien con quien tenías mucha relación, se va tirar a rescatarlo.

RM: Nos dividimos en dos grupos. Uno en reconocimiento  y otro en recuperación del buque. En recuperar el buque voy yo. ¿Qué es lo que pasa? Agarramos las amarras porque el buque se había destrabado por el altamar y estaba con el motor todavía en marcha en una pequeña bahía, en un remanso, y habían quedado cuerdas de todo tipo tiradas por todo lados.

Agarramos una amarra y el suboficial Cavana empezó a hacer tirolesa, para subir al barco. En ese momento el barco pega un pequeño cabezazo que nos desprende de la amarra de las manos los tres que estábamos ahí y cae Cavana al agua.

Ahí se enreda con la amarra y se empezó a ahogar. Ahí no dudó nada Nacho. Se tiró al agua. Salvó al compañero, recuperamos a los dos, pero tenemos que tener en cuenta que Nacho no sabía nadar, pero se tiró para salvar al compañero. La hermandad y la camaradería que habíamos hecho en poco tiempo. Éramos todos hermanos

LM: El conscripto salva al Oficial.

RM: El conscripto salva al Oficial Maquinista que iba a recuperar el barco para poder arrimarlo nuevamente a la costa. Un conscripto que no sabía nada porque Nacho vivió siempre en un pueblito enclavado en la cima de un cerro.

LM: Fue condecorado.

RM: Condecorado al heroico valor en combate. La condecoración más alta que recibió un conscripto de la armada nacional en la Guerra de Malvinas.

LM: Nacho falleció en 2006.

RM: Nacho se suicidó en el 2006. Nos tocó muy de cerca a todos. Principalmente a nosotros los del Monsunen.

LM: ¿Qué te quedó en el tintero que quieras decir?

RM: Lo que me gusta decir es que este barco fue el único barco con bandera argentina perteneciente a la Armada Argentina en tener un combate de superficie. Fue el único de la Armada Argentina en tener un combate de superficie, el único en el conflicto de las Islas Malvinas. Además de eso, el único del Siglo XX. Y a su vez, el combate en la Pradera del Ganso, Darwin. Este buque tuvo tres combates, naval, aéreo, por helicóptero y terrestre.

LM: ¿Qué significa Malvinas hoy, y por qué es tan importante recuperarlas?

RM: Tenemos que volver a malvinizar. Argentina une al argentino. Argentina nos une. Malvinas nos une porque no hay política, no hay división partidaria, no hay fútbol. Nada. Malvinas es la causa central de la Argentina. Por eso Malvinas es el corazón de nuestra Patria.

  • Entrevista realizada por Lucas Molinari y Juan Natalizio en Malvinas, 40 Historias (martes de 14:00 a 15:00 horas)
  • Colaboración de Carolina Ocampo