3 diciembre 2024
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Tenía 57 años y era vecino del country El Rodal. Sus seres queridos recordaron su obra de concientización por la causa Malvinas y los hechos que marcaron su vida. Adiós a un héroe de la patria.

Roberto Barrientos fue un veterano de la guerra de Malvinas que tuvo un papel fundamental en la comunicación de lo que fue el conflicto bélico. Se convirtió en uno de los excombatientes más activos de Zona Sur. Era vecino del country El Rodal, de Esteban Echeverría. Lamentablemente, en el mes de agosto contrajo el coronavirus y luego de estar cerca de 20 días cursando la enfermedad en el Sanatorio Güemes, el enemigo invisible lo obligó a rendirse, pero no sin combatirlo con todas sus fuerzas, fiel a la personalidad aguerrida que lo caracterizó a lo largo de su vida.

Laura Colombo fue su pareja durante los últimos 9 años y sumergida en el dolor por la partida el amor de su vida explicó quién fue Roberto y su compromiso con la causa de Malvinas, que lo llevaron a ser reconocido por compañeros de combate y familiares.

“La pasión y entrega con Malvinas impulsaba y ocupaba sus días, se desempeñaba en el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social siendo responsable de la Coordinación de Veteranos de Guerra de Malvinas y miembro del Centro de Veteranos de Lomas de Zamora”, contó. Y continuó: “Malvinizar era su objetivo, toda ocasión era una posibilidad de hacer conocer la causa. Disfrutaba ir a las escuelas a dar charlas sobre la guerra y los veteranos, llevaba documentales y mostraba sus medallas y recuerdos despertando el interés de los alumnos de todas las edades y niveles educativos”.

Su compromiso con Malvinas también comprendió un profundo cariño y acompañamiento a Raquel Beatriz García, madre del soldado y amigo Daniel Ugalde, caído en la batalla final del 14 de junio de 1982 de la guerra de Malvinas. “Roberto la llamaba su segunda mamá y la apoyó en todo el proceso de la larga espera luego de haber dado la muestra de ADN para la identificación de los restos de su hijo, enterrado en el cementerio de Darwin. Raquel recibió los resultados, conociendo al fin el lugar de sepultura de Daniel y Roberto estuvo junto a ella”, recordó Laura.

Pasaron los años y las preguntas sobre el regreso a las islas para cerrar la herida que quedó abierta comenzaron a aparecer en el veterano. “Durante mucho tiempo no quiso volver a Malvinas porque se resistía a que le sellasen el pasaporte los ingleses por pisar tierra argentina. El sentir y la añoranza pudieron más y regresó junto a 7 veteranos en marzo del año pasado. Encontró su posición, recorrió campos de batalla, estuvo en el cementerio y rezó frente a la tumba de Daniel Ugalde”, relató la mujer sobre el viaje del veterano.

Laura aseguró que para Roberto fue “una experiencia única y sanadora y volvió con la intención de que en el futuro pudiéramos visitar las islas juntos”. Sin embargo, la partida de Roberto interrumpió ese sueño. “Lamentablemente quedarán sin realizarse muchos proyectos que teníamos juntos. Se fue un gran hombre, íntegro, al que todos destacaban por su rectitud y honradez. Gran amigo, solidario y fiel a sus convicciones. Un patriota y veterano que desfilaba con orgullo junto a sus hermanos veteranos en los actos patrios”, cerró entre lágrimas.

Roberto Barrientos llegó a las Islas Malvinas formando parte de la Compañía de Ingenieros 601, con la que había hecho el servicio militar. Allí entabló una amistad con Juan Carlos Peralta, de Lomas de Zamora. Debido a una orden militar tuvieron que separarse, pero la guerra los volvió a juntar en el mismo pozo.

Allí pasaron gran parte de la guerra acostumbrándose a convivir con el bombardeo, al punto de adivinar dónde iban a caer los proyectiles. Cuando decretaron el cese de hostilidades, Roberto se quedó como voluntario para delimitar los campos minados, mientras que Juan Carlos regresó a Buenos Aires.

“Roberto era el único que sabía inglés y se quedó para colaborar. Su destino era quedarse en Malvinas, porque en una de las recorridas descubrió 18 cuerpos de soldados argentinos y les tuvo que retirar las chapas para luego enterrarlos con sus propias manos. Este hecho lo marcó de por vida”, destacó Juan Carlos.

Años más tarde Roberto comenzó a involucrarse cada vez más con la causa de “Malvinizar” y en varias oportunidades viajó a distintas partes del país para ayudar a otros veteranos que padecieron las consecuencias de la guerra. “Una vez Roberto viajó al sur para ayudar a un veterano que seguía firme en un monte esperando la orden militar de retirarse. Hizo traer al comandante del regimiento de esa zona para que lo autorizara retirarse y luego en el cuartel formó a todos los militares para que el veterano no sospechara”, completó con nostalgia Juan Carlos.

Fuente: El Diario Sur