21 noviembre 2024
María Auxiliadora

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La Virgen Auxiliadora, devoción traída por las Hijas de María Auxiliadora y los Salesianos de Don Bosco, desde Italia a la Argentina en 1875 y a la Patagonia en 1879, se convirtió en 1934, con la creación de la primera diócesis del sur, en Patrona de la Patagonia y del Agro argentino.

Fue San Juan Crisóstomo, en Constantinopla en al año 345, quien dice por primera vez: » Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios».

San Sabas en el año 532 narra que en oriente había una imagen de la Virgen que era llamada «Auxiliadora de los enfermos», porque junto a ella se obraban muchas curaciones.

San Juan Damasceno en el año 749 fue el primero en propagar la jaculatoria: «María Auxiliadora , rogad por nosotros». Y repite: la virgen es «auxiliadora para evitar males y peligros y auxiliadora para conseguir la salvación».

En Ucrania, Rusia, se celebra la fiesta de María Auxiliadora el 1 de octubre desde el año 1030, en ese año libró a la ciudad de la invasión de una terrible tribu de bárbaros paganos.

En el año 1572, el Papa San Pio V ordenó que en todo el mundo católico se rezara en las letanías la advocación <María Auxiliadora, rogad, por nosotros>, porque en ese año Nuestra Señora libró prodigiosamente en la batalla de Lepanto a toda la cristiandad que venía a ser destruida por un ejército mahometano de 282 barcos y 88.000 soldados.

En el año 1600 los católicos del sur de Alemania hicieron una promesa a la Virgen de honrarla con el título de auxiliadora si los libraba de la invasión de los protestantes y hacía que se terminara la terrible guerra de los 30 años. La Madre de Dios les concedió ambos favores y pronto había ya más de 70 capillas con el título de María Auxiliadora de los cristianos.

En 1683 los católicos al obtener inmensa victoria en Viena contra los enemigos de la religión, fundaron la asociación de María Auxiliadora, la cual existe hoy en más de 60 países.

En 1814, el Papa Pío VII, prisionero del general Napoleón, prometió a la Virgen que el día que llegara a Roma, en libertad, lo declararía fiesta de María Auxiliadora. Inesperadamente el pontífice quedó libre, y llegó a Roma el 24 de mayo. Desde entonces quedó declarado el 24 de mayo como día de María Auxiliadora.

En 1860 la Santísima Virgen se aparece a San Juan Bosco y le dice que quiere ser honrada con el título de «Auxiliadora», y le señala el sitio para que le construya en Turín, Italia, un templo.

Empezó la obra del templo con sus tres monedas de veinte centavos cada una, pero fueron tantos y tan grande los milagros que María Auxiliadora empezó a obtener a favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la Gran Basílica. El Santo solía decir: » Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen», desde aquel Santuario comienza a extenderse por el mundo la devoción a María bajo el título de Auxiliadora de los Cristianos.

El nombre de Auxiliadora se le daba ya en el año 1030 a la Virgen María, en Ucrania (Rusia), por haber liberado aquella región de la invasión de las tribus paganas. Desde entonces en Ucrania se celebra cada año la fiesta de María Auxiliadora el 1ro de octubre.

Se tiene constancia de que hacia el año 1558 ya figuraba en las letanías que se acostumbraban recitar en el santuario de Loreto Italia.

Esta advocación se hizo fuerte ante la invasión de los turcos en 1571 donde San Pío V la invocó como María Auxiliadora de los Cristianos o con los Príncipes Católicos de Alemania fieles al catolicismo frente a las tesis protestantes o frente a las invasiones turcas sobre Viena en el siglo XVII o, incluso, como mano protectora frente a los caprichos de Napoleón Bonaparte que llevo al Papa Pío VII al destierro, y a su liberación, quiso en 1814 instituir en el 24 de mayo su fiesta litúrgica.

Pero sin duda fue San Juan Bosco, el santo de María Auxiliadora, con el que esta advocación mariana encontró el mejor paladín y trampolín para el desarrollo y popularidad, «No he sido yo, ha sido la Virgen Auxiliadora quien te ha salvado»… «Cada ladrillo de esta iglesia – se refería a la gran Basílica que en su obsequio empezó el 1863 – es una gracia de la Virgen María»…

Pero será exactamente en 1862, en plena madurez de Don Bosco, cuando éste hace la opción mariana definitiva: Auxiliadora. «La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana».

Desde esa fecha el título de Auxiliadora aparece en la vida de Don Bosco y en su obra como «central y sintetizador». La Auxiliadora es la visión propia que Don Bosco tiene de María. La lectura evangélica que hace de María, la experiencia de su propia vida y la de sus jóvenes salesianos, y su experiencia eclesial le hacer percibir a María como «Auxiliadora del Pueblo de Dios».

En 1863 Don Bosco comienza la construcción de la iglesia en Turín. Todo su capital era de cuarenta céntimos, y esa fue la primera paga que hizo al constructor. Cinco años más tarde, el 9 de junio de 1868, tuvo lugar la consagración del templo. Lo que sorprendió a Don Bosco primero y luego al mundo entero fue que María Auxiliadora se había construido su propia casa, para irradiar desde allí su patrocinio. Don Bosco llegará a decir: «No existe un ladrillo que no sea señal de alguna gracia».

Acto de Consagración (R. Pater Ramiro Ribas)

Nos persignamos: Por la señal de la Santa Cruz… etc.

Rezamos el Acto de Contrición, o Acto de Dolor Perfecto de Marco de Aviano:

Jesús, María, yo débil e indigna criatura, postrado a tus pies, confieso con intenso dolor y con el alma llena de confusión, las innumerables negligencias y pecados que he cometido en mi vida.

Te he ofendido, ¡oh Dios mío!, te he ofendido, y me arrepiento desde lo más profundo de mi corazón.
Con la viva esperanza de Tu santa ayuda, hago el firme propósito de morir, antes que cometer todavía un solo pecado mortal.

Me duelo sin fin de mis pecados, sobre todo por esto:

Porque te he ofendido a Ti, mi Dios infinitamente bueno y amoroso, a quien ninguna criatura debería nunca cesar de alabar, dar gracias y glorificar. Amén.

Consagración

¡Oh Señora mía, María Santísima! En este día, 24 de mayo, en el que te celebramos con el admirable título de Auxiliadora de los Cristianos, lleno de confianza en Vos y en vuestra santa protección, me arrojo desde hoy y para siempre en el seno de vuestra misericordia, y os consagro mi alma y mi cuerpo para que los protejáis de todo mal y de todo pecado y de esta manera los guardéis sin mancha hasta la hora de mi muerte.

Os consagro también a todos los miembros de mi familia, para que en los actuales tiempos calamitosos, los protejáis de todo mal y de todo pecado.

Os consagro además todo mi haber y poseer, todas mis cosas, las cuales pongo bajo vuestro poderoso manto: cuidad de ellas.

Y por último os consagro a mi amada Patria, Argentina, (cada uno debe decir aquí el nombre de su patria) y por las gloriosas hazañas que a lo largo de su historia mis mayores hicieron por Ti, ten compasión de ella.

Santísima Virgen María Auxiliadora, a vuestras manos consagro mis esperanzas y mis consuelos, mis penas y miserias, el curso y fin de mi vida, los tiempos de la gran tribulación que estamos viviendo repletos de peligros para el alma y para el cuerpo: para que por vuestra santísima intercesión y méritos, sienta en todos los instantes de mi vida vuestro poderoso auxilio, y todas mis obras se hagan según vuestra voluntad y según la de vuestro Hijo.

Amén.

Terminamos el solemne acto de Consagración a María Auxiliadora con el rezo de tres Avemarías.