17 diciembre 2024
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(La Gazeta Federal).- En el siglo XIX los araucanos distinguían perfectamente a patriotas y realistas, a chilenos y argentinos.

  Así lo reconoce Calfucurá cuando dice: “… estaba en Chile y soy chileno y ahora hace como treinta años que estoy en estas tierras (Carta de Calfucurá a Mitre de 1867 que se conserva en el museo Mitre)”.

 ¿De dónde sacaron que Calfucurá fue un cacique argentino?

 Allá por 1830, atravesó los Andes el grupo más numeroso con la llegada del cacique Calfucurá, de la parcialidad araucana moluche, hijo del cacique Huentecurá y penetra en la llanura pampeana cuando la Nación Argentina era ya independiente y soberana desde 1816.

 Por lo tanto, fueron invasores. Calfucurá se radicó en la gran llanura pampeana.

 El 8 de setiembre de 1834 el cacique chileno Calfucurá (1790-1873) masacró a los caciques de las pampas en Masallé, cerca de la laguna de Epecuén.

  Calfucurá convocó a una gran reunión a todos los caciques y capitanejos de la Patagonia argentina. Los invita a comer, los embriaga y los asesina a todos. Murieron unos mil caciques y capitanejos. El único que logró escapar gracias a su astucia fue el cacique Ignacio Coliqueo (1786-1871), que era también boroano o boroga y había llegado a La Pampa en 1820.

 El invasor araucano Calfucurá tomó de un solo golpe el poder de todas las tribus, muertos sus jefes se convirtió en el “Pinochet de las Pampas”.

 Calfucurá, instaló sus tolderías en las Salinas Grandes, en el límite actual entre Buenos Aires y La Pampa, a la altura de Puán, sesenta kilómetros al norte de Bahía Blanca, donde se aseguraban la disponibilidad de sal para la carne y los cueros y le permitía controlar el camino de los chilenos, por donde arreaban el ganado robado hacia Chile. A ese poblado, su cuartel general, lo llamó Chilihué (“Pequeño Chile”).

 Hasta 1872 las tropas del chileno Calfucurá eran poderosas, lo prueba el hecho de que ganaron las primeras batallas contra el Ejército Nacional Argentino.

 En marzo de 1872, Calfucurá devastó con 6.000 lanceros los pueblos de Veinticinco de Mayo, Alvear y Nueve de Julio. Finalmente, fue derrotado en su última gran batalla en San Carlos de Bolívar el 8 de marzo de 1872 en las cercanías de Carhué, por las fuerzas comandadas por el general Ignacio Rivas, que tuvieron la ayuda de Cipriano Catriel con 1.000 indígenas y de Coliqueo con 140 indígenas.

 Apenado por la derrota, Calfucurá moriría en su toldería de Chilihué el 4 de marzo de 1873 evidenciando la decadencia del poder araucano sobre las pampas.

 Fue sucedido por Manuel Namuncurá (también nacido en Chile, hijo de Calfucurá y padre de Ceferino) vivían de la “empresa” del malón (robo de cautivas y ganado en Argentina para vender en Chile a cambio de fusiles Remington, alcohol, entre otros artículos).

 En 1875 se produce la “invasión grande” que comenzó con la sublevación de la tribu de Catriel. En su auxilio vinieron simultáneamente Namuncurá (hijo de Calfucurá), los ranqueles de Baigorrita, los de Pincén y unos 2.000 indios chilenos sumando unos 3.500 combatientes.

 Los indígenas entraron sorpresivamente en un amplio frente, arrasando las poblaciones de Tandil, Azul, Tapalqué, Tres Arroyos y Alvear. Según fuente oficial, tan sólo en Azul 400 vecinos fueron asesinados.

 El Gral. Julio A. Roca, en 1879, encabezó una campaña para detener todas estas masacres de ciudadanos argentinos. Fue a cumplir la misión que Nicolás Avellaneda, presidente de la Nación Argentina, elegido por el pueblo, le había asignado.

 Roca actuó por orden del Presidente Constitucional y del Congreso Nacional, no registrándose críticas, ni en esa época ni en las décadas posteriores por ningún partido oficialista u opositor.

  Todos consideraron siempre a la Conquista del desierto como una gesta que recuperó territorio del Estado Argentino, que de otra manera se hubiera perdido. Y esa campaña estuvo destinada a integrar, a incorporar de hecho a la geografía argentina, prácticamente la mitad de los territorios históricamente nuestros, y que estaban bajo el poder tiránico del malón araucano, cuyos frutos más notables eran el robo de ganado, de mujeres, asesinato de argentinos y la provocación de incendios. Lo acompañaron a Roca, geógrafos, fotógrafos y sacerdotes. Florentino Ameghino entre otros. El Gral. Roca selló pactos con la mayor parte de las tribus y solo combatió aquellas que comandadas por Manuel Namuncurá y sus esbirros chilenos.

 El derrotado cacique araucano Manuel Namuncurá, fue nombrado Coronel del ejército argentino por Roca, cargo y vestimenta que ostentó orgulloso hasta su muerte (¿genocidio…?… ). -Su hijo, “Ceferino”, fue bautizado por el Padre Milanesio (el intermediario con Roca), entró en la Congregación Salesiana para ser sacerdote, siendo hoy nuestro “Beato Ceferino Namuncurá”.

 ¿Habría ocurrido ésto de haber sido los salesianos “cómplices de un genocidio”?

 Por esa decisión de terminar con las matanzas provocadas por los araucanos (recordemos, procedentes de la Araucanía, en lo que hoy es Chile…), el país se desarrolló magníficamente hasta alcanzar el primer puesto en la economía mundial en 1895 y 1896.

 Fallecido algún cacique araucano, sus mujeres y cautivas eran asesinadas y enterradas con él (así ocurrió con Calfucurá). La Conquista del desierto puso fin a este salvaje rito religioso, y otros rituales bestiales, lo que no es óbice para que los grupos organizados que operan en contra del estado nacional reclamen la vuelta a las prácticas y creencias “originarias” como uno de sus principales objetivos.

 En síntesis, se había establecido en la llanura pampeana un pueblo, una etnia, que, llegado desde Chile, había formado un tapón entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y Tierra del Fuego.

 Simultáneamente y calladamente Inglaterra estaba colonizando el sur de la Argentina.

 Un hecho poco divulgado es que Ushuaia fue fundada por misioneros anglicanos y miembros de tribus fueguinas. Al tiempo de la conquista del desierto, Tierra del Fuego era frecuentada por barcos de la corona británica y era dirigida por británicos. Se hablaba inglés, se izaba la bandera inglesa y se administraban los territorios desde Malvinas.

 Durante la campaña del desierto Roca envió 4 barcos de guerra y tomó posesión efectiva del territorio argentino.

 Esta no era ni es la tierra original de los mapuches, porque ellos eran aborígenes venidos de la Araucanía o Arauco en la región central-sur del actual Chile.

 En conclusión, nuestro país defendía la soberanía sobre una Patagonia que esos caciques araucanos deseaban y ellos (los hoy llamados Mapuches) … ERAN CHILENOS”, (Rosas, en su Campaña contra los indios, escribe su informe sobre ganados, cautivas y hectáreas recuperadas y cierra “no pudimos ir contra “los chilenos”, como le llamaban a los araucanos…)…