20 abril 2024

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“El buen combate que debemos dar los Veteranos es saber por qué fuimos y así mirar al futuro. Debemos saber qué quiere el enemigo y dónde está. Hubiésemos pagado toda nuestra deuda externa con las riquezas ictícolas que están depredando. con el petróleo que están explorando, con los minerales.”

Estudioso, gaucho y malvinero

POR FRANCO RICOVERI­ Especial para La Prensa (18/5/22)

­­Don Carlos Montiel, Veterano de Guerra de Malvinas (VGM), es un personaje muy especial, querible, de esos que contagian entusiasmo. Combativo y, eso sí, medio “chúcaro”.­

En 1982 llegó a nuestras islas como enfermero de nuestro Ejército. Estuvo en la batalla de Darwin-Pradera del Ganso y lo que allí vio y vivió sería para otro capítulo. Que lo llamaran entonces “el enfermero de la FAP”, es algo que sólo entenderán algunos, pero marca el carácter del personaje.­

Volvió. Tiene lindos recuerdos de cómo su pueblo recibió a los Veteranos. Los ómnibus no podían avanzar por la multitud que quería saludar a los guerreros, querían tocarlos. Acabo de ver esas fotos, impactan y contradicen el relato más frecuente. En General Rodríguez, subieron a los Veteranos a un camión de Bomberos y los llevaron por todo el pueblo aclamados por la gente que los esperaba y aplaudía… como a campeones mundiales. Un pueblo noble. En agosto del 82 se inauguró allí el primer monumento a los caídos. “Fuimos muy reconocidos”.­

­PROCESO POLÍTICO INFAME­

Después vino lo duro: vivir un proceso político infame, en donde se entregaba todo aquello por lo que se había combatido. “La desmalvinización no fue ignorar la guerra, fue tergiversar todo” -nos dice-. “No me molesta que no se hable, me molesta que se mienta”. Y hubo que juntar fuerzas para poder volver al combate. Hoy está de nuevo en el frente de batalla, yendo para todos los lados a dónde lo invitan: desde Universidades, hasta Jardines de Infantes. No siempre fue bien recibido, pero siempre fue despedido con cariño. El año pasado cumplió una nueva gesta que hizo historia: unió su pueblo con Yapeyú de a caballo. Con sus dos amigos: Sombra y Pampa. Bien a lo paisano, con aperos y pilchas gauchas, con corazón malvinero y sanmartiniano. Y calentó los corazones de esa Argentina profunda que amamos y que todavía existe y lucha. Cuando cuenta esos días no puede dejar de emocionarse. Por todo: el silencio, los cielos, la lluvia, sobre todo la gente. Nuestra gente, fiel todavía. Los diarios locales dieron amplísima difusión al hecho. Pero también eso es para otro capítulo.­

Como el hecho de que al poco tiempo de llegar después de esa cabalgata de más de un mes, se sumase a un “Cruce de los Andes” con la Asociación Sanmartiniana Cuna de la Bandera.­

Son combates dentro de la “batalla cultural” en la que está luchando y en la que no afloja ni un pedacito del terreno. Su base de operaciones es la “Biblioteca Puerto Argentino”. ¿Dónde? Obviamente en General Rodríguez. Como suele suceder, junto a todo gran guerrero hay una gran mujer, y allí está Lucía Cachazo. Bibliotecaria, maestra, inspiradora (y ordenadora) de buena parte del combate. También merecería un artículo, porque tiene victorias propias (como el hecho de que dos Jardines de Infantes lleven nombres que recuerdan a nuestros hombres de Malvinas).­

­LA PALABRA DE MONTIEL­

Pero escribir un “parte de guerra” nos obliga a ser lacónicos así que le damos la palabra a Don Carlos Montiel. Nos interesa saber cómo continuó la batalla después de 1982.­

“Lo mío comenzó con 22 años sin hablar de Malvinas, ni actos escolares, ni charlas. nada. Mi vida parecía ir por otro lado. Malvinas era un gran honor, una gran cruz, un gran dolor… Todo ello va junto: el dolor, la angustia, el coraje, el sufrimiento, el orgullo. todo mezclado, y aparece todo el tiempo. El viento frío de las mañanas me lleva a Malvinas y se amontonan los recuerdos gratos y los otros también. Y pelean entre sí. Es la cruz que llevamos todos los veteranos de guerra y hay que saber llevarla. Muchos no pudieron y por eso hay cerca de 800 suicidios.”­

­- ¿Qué lo llevó a volver al combate?­

– Lucía, mi mujer. Como buena docente me fue guiando y me empujó a “volver”. Siempre me decía que tenía que dar testimonio, pero no me sentía capaz. No podía hablar más de dos palabras sin llorar. Hasta el año 2004 nunca quise pedir la pensión de Veterano porque yo fui soldado y mi deber era combatir por la Patria. La Patria me eligió y para eso fui formado. No fui por una pensión. La pedí pensando en gastar lo cobrado en la causa Malvinas. Con los primeros pesos hicimos una revista: Veteranos de Guerra de Malvinas -Actualidad. Duró un tiempo, incluía temas de todo tipo. Como la vida. Y también por eso nació un programa de Radio, que seguimos manteniendo a lo largo de tantos años. Todo eso me llevó a estudiar y amar cada vez más Malvinas.­

– Porque no se puede amar lo que no se conoce.­

– La revista y la radio me llevaron a conocer, a leer más y eso, a la obligación de dar testimonio y salir a hablar. Comencé a escribir en diarios locales y estudiando me di cuenta de la maravillosa historia que había atrás. Fuimos juntando libros, juntando información. Me encontré por ejemplo con el mundo de la filatelia que me enseñó un montón de cosas. Y providencialmente fui encontrando libros, materiales que hicieron crecer mi amor por Malvinas.­

– ¿Desde chico era un enamorado de Malvinas?­

– No. No tengo conciencia de ello. Hay quienes desde chicos llevaban Malvinas en el corazón, como el turco Seineldín. Yo no lo tengo presente. Sí me marcó un especial amor por la figura de Belgrano.­

– ¿Y la Biblioteca?­

– Fue creciendo de a poco, por esa necesidad de conocer. Recuerdo haber empezado a llevar unos pocos libros malvineros a algunos lugares. Y me entusiasmaron a mostrarlos. De a poco me fui sumando a charlas de otros Veteranos y escuchaba. Aunque no me gustaba que se centraran sólo en lo bélico. No me interesaba… había más para decir. Lucía me iba aconsejando y guiando en el estudio de la Historia. El veterano no suele interesarse por la Historia de Malvinas, se concentra en su propia historia.­

­COMBATE CULTURAL­

Hay que reconocer que tiene razón, centrarse en la propia experiencia termina empequeñeciendo sus relatos y testimonios. Más que nunca necesitamos seguir el combate cultural, pero para eso la sola “vivencia” personal de nuestros veteranos no alcanza. Ni siquiera alcanza en los casos de sublimes heroísmos, como hubo tantos. Es necesario pensar la proyección hacia el futuro y eso se puede hacer solamente conociendo el pasado. Malvinas es un episodio más de la Guerra por la Independencia. “El buen combate que debemos dar los Veteranos -remarca- es saber por qué fuimos y así mirar al futuro. Debemos saber qué quiere el enemigo y dónde está. Hubiésemos pagado toda nuestra deuda externa con las riquezas ictícolas que están depredando. con el petróleo que están explorando, con los minerales”.­

– Carlos, ¿en este combate se siente solo?­

– No me molesta. A veces lo que digo incomoda a los Veteranos mismos, pero la causa Malvinas es más grande que todos nosotros. Alguna vez leí el famoso libro “Cómo ganar amigos” y no aprendí nada… jaja.­

“La batalla pendiente es derogar los Tratados de Madrid y de Londres, no sólo conmover a los oyentes con historias de guerra” -señala con énfasis-. Y en eso anda. Con coraje y sencillez. Sin rendirse, “sanmartinianamente”. Porque Don Carlos Montiel es “un distinto”: estudioso, gaucho y malvinero. ¡Qué más podemos pedir! Solamente nos queda darle las gracias, porque conocerlo es respirar un poco ese aire fresco de Malvinas y revivir los sueños de una Argentina mejor.