23 abril 2024

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Día 13 de junio de 1917. – Después de rezar el Rosario con Jacinta y Francisco y algunas personas que estaban presentes, vimos de nuevo el reflejo de la luz que se acercaba (y que llamábamos relámpago), y en seguida a Nuestra Señora sobre la encina, todo lo mismo que en Mayo.

– ¿Qué quiere Usted de mí? – pregunté.
– Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene; que recéis el Rosario todos los días y que aprendáis a leer. Después diré lo que quiero.
Pedí la curación de un enfermo.
– Si se convierte, se curará durante el año.
– Quería pedirle que nos llevase al Cielo.
– Sí; a Jacinta y a Francisco los llevaré pronto. Pero tú quedarás aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. El quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quien la abrazare, le prometo la salvación; y estas almas serán amadas por Dios, como flores puestas por mi para adornar su trono.
–¿Me quedo aquí sola? – pregunté, con pena.
– No, hija. ¿Y tú sufres mucho? No te desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios.

Fue en el momento en que dijo estas palabras, cuando abrió las manos y nos comunicó, por segunda vez, el reflejo de esa luz inmensa. En ella nos veíamos como sumergidos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar en la parte de la luz que se elevaba al Cielo y yo en la que esparcía sobre la tierra. Delante de la palma de la mano derecha de Nuestra Señora estaba un corazón, cercado de espinas, que parecían estar clavadas en él. Comprendimos que era el Inmaculado Corazón de María, ultrajado por los pecados de la Humanidad, que pedía reparación.

(Diario de la Hermana Lucía)

Qué promesa tan admirable y asombrosa la que fue hecha el 13 de junio de 1917 cuando Nuestra Señora dijo: “A aquél que abrace esta devoción, Yo le prometo la salvación.” Aún, a pesar de esta promesa, todavía estamos tentados a dudar. La Beata Jacinta de Fátima, por una gracia especial, sentía su corazón consumido por un amor ardiente por el Corazón Inmaculado de María. ¿Pero nosotros? ¡Somos fríos, o nuestro fervor dura muy poco! ¿Podríamos alguna vez saber si tenemos devoción suficiente, para que Nuestra Señora estuviera obligada a mantenernos Su promesa?
Es aquí que quedamos asombrados por la ilimitada Misericordia Divina y el carácter profundamente católico de las revelaciones de Fátima. ¡En todo el mensaje, no hay ni un gramo de subjetivismo protestante! Aquí el Cielo va hasta los límites de la indulgencia, y las profecías más sublimes (“Dios quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Corazón Inmaculado”) son cambiadas y transformadas en muy pequeños pedidos, claros y precisos; pedidos fáciles que no dan cabida a la duda. Todo el mundo puede saber si los ha cumplido o no. Una “pequeña devoción”, practicada con un buen corazón, es suficiente a todos nosotros para recibir infaliblemente esta gracia ex opere operato, es decir, como sucede con los sacramentos; y qué gracia, ¡la gracia de la salvación eterna! Vale la pena el esfuerzo de estudiar cuidadosamente esta promesa tan magnífica. Este es el cumplimiento y la expresión perfecta de la primera parte del gran Secreto, que se refiere en su totalidad a la salvación de las almas.

Un 13 de junio, pero de 1929 la Virgen pide la Consagración de Rusia
El 13 de junio de 1929, la Hermana Lucía estaba en la capilla de su convento en Tuy, España, una ciudad en la frontera con Portugal. La misma Hermana Lucía dejó una descripción del hecho, y así, nosotros citamos en detalle, agregando solo unos pocos subtítulos.

La Hermana Lucía escribió:

“Fue en esta época cuando Nuestro Señor me avisó que había llegado el momento en que quería que participase a la Santa Iglesia Su deseo de la Consagración de Rusia y de Su promesa de convertirla… La comunicación fue así:”

La Hora Santa de Adoración y Reparación:

(13/6/29) – “Había pedido y obtenido licencia de mis superioras y del confesor, para hacer la Hora Santa de once a medianoche, de los jueves a los viernes. Estando una noche sóla, me arrodillé entre la balaustrada, en medio de la capilla, postrada, para rezar las oraciones del Ángel. Sintiéndome cansada, me incorporé y continué rezando con los brazos en cruz. La única luz era la de la lámpara.”

Una Teofanía Trinitaria Espectacular:

“De repente, se iluminó toda la capilla con una luz sobrenatural y sobre el altar apareció una cruz de luz que llegaba hasta el techo. En una luz más clara se veía, en la parte superior de la cruz, un rostro de un Hombre y Su Cuerpo hasta la cintura.
“Sobre su pecho había una paloma igualmente luminosa,
“Y clavado en la cruz, el cuerpo de otro hombre.
“Un poco por debajo de la cintura, suspendido en el aire, se veía un Cáliz y una Hostia grande sobre la cual caían unas gotas de Sangre que corrían a lo largo del Rostro del Crucificado y de una herida en Su pecho. Escurriendo por la Hostia, esas gotas caían dentro del Cáliz.
“Bajo el brazo derecho de la Cruz estaba Nuestra Señora con Su Inmaculado Corazón en Su Mano… (Era Nuestra Señora de Fátima con Su Inmaculado Corazón … en Su mano izquerda… sin espada ni rosas, pero con una corona de espinas y llamas… ).
“Bajo el brazo izquierdo (de la Cruz), unas grandes letras, como si fueran de agua clara cristalina, que corrían hacia el altar, formaban estas palabras: ‘Gracia y Misericordia’.
“Comprendí que me era mostrado el misterio de la Santísima Trinidad y recibí luces sobre este misterio que no me es permitido revelar.”

El pedido de la Consagración de Rusia:

“Luego Nuestra Señora me dijo: ‘Ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre que haga, en unión con todos los Obispos del mundo, la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón; prometiendo salvarla por este medio.
‘Son tantas las almas que la justicia de Dios condena por pecados cometidos contra Mí, que vengo a pedir Reparación. Sacrifícate por esta intención y reza.’
“Di cuenta de esto a mi confesor, quien me ordenó escribir lo que Nuestra Señora quería que se hiciese.”